Jirafa Ardiendo es uno de los más evidentes ejemplares del pop impopular: sus canciones son muy superiores, pero sólo las escuchan algunos afortunados.
María Paz Alfaro.Mientras Jirafa Ardiendo expandía el fuego a su fiel público que repletaba El Clan, se proyectaban tras ellos viejos videoclips. Cosas como una niñita echándole bencina a un conejo de peluche ("Mastodonte"), o un grupo de muchachos practicando aeromodelismo ("Confío") o los mismos tipos tocando en el argentinísimo canal Muchmusic.
De eso hubo a lo menos tres cosas para sacar en limpio. Primero, cómo pasa el tiempo (en la música, ya sabemos, cinco años es una eternidad). Segundo, qué buenas canciones hacen los Jirafa Ardiendo. Tercero, acá si que hay un "concept" bien trabajado. Y la banda sigue activa, adelantando material de Pulmonía, su cuarto disco (el último, Persona, apareció en 2003).
Lo intrigante con Jirafa Ardiendo es comprobar que ellos pertenecen a la selecta estirpe de bandas cuyo impacto mediático es inversamente proporcional a la calidad de sus canciones. Como Velvet Underground, Love o como Big Star, pero a escala local. Bandas que a pesar de tener las composiciones más brillantes de su generación, sólo el buen gusto y devoción de sus fans logran sostener en el tiempo.
Temas como "Pulmonía", "Lectura veloz" o "La Tierra es plana" de su inminente nueva placa potencian la marca de fábrica de Jirafa Ardiendo: excelentes estribillos pop pervertidos por la electricidad. El cover de los Beatles ("Dear Prudence") es sólo para recordarnos que su particular sonido tiene sus raíces bien puestas ahi. No por nada Manuel García, quien participó en el nuevo disco junto a Javiera Parra y Felipe Cadenasso, señaló que sonaba como el Sgt. Pepper's.
Pero hay algo más, una especie de elemento invisible que cohesiona la propuesta de Alejandro Pino (voz), Roberto Estay (guitarras), Nicolás Moreno (bajo) y los más los nuevos, Max Gillabert (batería) y Arturo Rodriguez (guitarra). Es un elemento que le da sentido a las letras surrealistas, sus videoclips, los quiebres de batería, el ruidismo y el pop celestial coquetando con la disonancia. Es un misterio tan grande como el que Jirafa Ardiendo nunca haya sonado en la radio como lo merecían. Pero qué importa, si ya casi nadie la escucha a ella.
La operación retorno de Jirafa Ardiendo fue todo un éxito. Ahora, a esperar ese disco de 17 canciones que ahora sí que tiene que sonar fuerte. Veremos qué pasa.