Rosana dice que hacer un disco es como parirlo y en la reedición de Lunas rotas, ahora acompañada del apellido de casa a Las Ventas el parto se siente: en su interpretación, en su entrega, en la emoción con que su público grita —afinadamente, eso sí— cada canción. Es una audiencia incondicional que sólo aparece en uno de los tres discos que componen el box-set, el que registra el multitudinario concierto que ofreció en la localidad madrileña de Las Ventas, en septiembre de 1997. Es el punto cúlmine del proceso que la cantante muestra en un disco a sus incondicionales y los hace partícipes de la gestación de Lunas rotas, desde los bosquejos hasta el debut ante las masas.
Porque en Maquetas e inéditos están los clásicos como “Descubriéndote”, “A fuego lento” y “Si tú no estás”, pero sin maquillaje. Sólo con la fuerza interpretativa de la española y su infaltable guitarra. Además la cantautora entrega temas inéditos, y comparte sus “apuntes de maqueta”, donde reconoce por ejemplo que muchos le han preguntado qué significa el título de su tema “Deray”, para poder bautizar así a algún hijo, o donde admite que prefirió publicar masivamente su tema inédito “Respiras y yo” para evitar que lo grabaran con mala calidad en sus conciertos. “Así que aquí hago entrega de este parto con los ojos cerrados y el corazón abierto”, escribe para presentar ese “hijo” a sus fans.
Después de la simpleza de las maquetas y los temas inéditos vienen las versiones remozadas de los mismos éxitos en el volumen Lunas rotas remasterizado. Como colofón, el primogénito renovado es presentado ante la audiencia enfervorizada de Las Ventas. Ahí se producen emociones transversales, y queda en evidencia la enorme complicidad de la intérprete con los que la siguen. En esa relación no hay espacio para la mezquindad. El público aguanta un aguacero y ella en agradecimiento les abre las puertas a su sensibilidad y al proceso de gestación de ése que se apunta en la historia de Rosana como su primer disco.
—Ximena Pérez Gallegos