Andrea Bocelli es un cantante ideal para la música de fondo en los "programas de ayuda social" de la televisión. Ésos donde la gente llama para pedir desde que le paguen una operación al abuelito hasta que le regalen flores a la novia que está peleada. Causas nobles, por supuesto, que tienen en la poderosísima voz del tenor, en su publicitada ceguera y en la opción del pop en lugar de la ópera, ejemplos encantadores de superación frente a la adversidad. Por eso en la portada y el librillo de Vivere aparece sonriente, pleno, caminando bajo el sol de la Toscana, destacando siempre sus ojos cerrados. Como si padecer glaucoma congénito fuera un arreglo más que potencia las canciones de esta compilación.
Sin embargo, para los que desconfiaron de su dueto con Marta Sánchez en "Vivo por ella" y esa exitosa cumbre lírica-pop llamada "Por ti volare", esta colección de dieciséis canciones (que incluyen ambas piezas) sólo servirá para seguir sospechando de la pomada del italiano. Primero porque, más que en él, los temas se sostienen en los invitados (Laura Pausini, Kenny G, Céline Dion, la misma Sánchez). Segundo, porque a esta unión operática y pop se le ven las costuras, especialmente en los juegos vocales chico/chica y varias frases que suenan francamente mal cantadas con voz de tenor. Tercero, porque hay cierto afán didáctico, un airecillo a "cultura para todos" por tratar de acercar la "ópera" al gran público, siendo que hasta el heavy metal -y sus ramificaciones- cumplen mejor esa función que estas canciones descafeinadas.
Si hay que valorizar a Bocelli de alguna manera, es desde el prisma del pop, no de la lírica. Y estas canciones no son ninguna maravilla. Si no tuviera ese vozarrón, probablemente sería un eterno postulante al Festival de San Remo. O, peor, un cantante de pub. Bocelli tiene momentos brillantes también, claro, como "Io ci saró" acompañado de Lang Lang en el piano, sin embargo esta retrospectiva cancionera deja al oyente desconcertado. ¿Una buena voz en el género equivocado?
Bueno, también tenemos el ejemplo de Los Tres Tenores o de Pavarotti cantando con U2 (y arruinando, para algunos, la hermosa "Miss Sarajevo"). Sin embargo, para ellos esta inmersión en las enrarecidas aguas del pop fue sólo un divertimento. Para Bocelli, se le nota, es su vida y su cuenta bancaria. Esperemos que jamás aconseje a Paul Potts, ese humilde inglés que arrasó cantando ópera en un popero programa concurso. Potts, al menos se arriesgó haciendo lo contrario.
—JC Ramírez Figueroa