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Jah rock

31 de Diciembre de 2007 | 14:06 |
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Quique Neira cree firmemente en sus discos post Gondwana. Uno es Eleven (2003) y el otro Cosas buenas (2005). Dos títulos que fueron necesarios para llegar a Jah rock (2007), en un camino donde compuso baladas pop (“Pensando en ti”) o himnos “a la buena onda” como la misma “Cosas buenas”. Eran singles alejados de la dura raíz jamaicana de su banda anterior que sin embargo obtuvieron la misma presencia mediática de Gondwana. El músico tenía entonces el público y la plataforma perfecta para conquistar nuevos territorios además del reggae, con la energía de un profeta y el oficio de un songwriter.


Ya desde la portada, donde el músico aparece rezando y hasta la versión dub de “Jah rock” que cierra el disco, la carga religiosa es fuerte. El rastafarismo, religión que profesa Neira y de influencia judeocristiana, tiene a su favor la irresistible cadencia reggae (y sus ramificaciones como el dance hall o ska). Así, el mensaje de denuncia, redención y paz tiene el mejor motor posible, evitando el delirante aire didáctico y los excesos discursivos de las producciones de rock y pop explícitamente cristianas (desde la célebre trilogía de Dylan de fines de los ‘70 hasta el superventas protestante Marcos Witt).


Neira es respetuoso de la música de raíz de Jamaica y eso envuelve y potencia las canciones de Jah rock con un sonido “atemporal”, ritmos precisos y arreglos de vientos que subrayan la urgencia de versos como “suelta la careta” (de “Las apariencias engañan”) o “en la ciudad no hay piedad” (de “A cada paso”). Pero aunque lo despojáramos de detalles como la batería programada de “Dar y recibir” o proezas como fusionar reggae con el noble blues mississippiano (“Rock reggae”), seguimos teniendo una colección de soleados hits en potencia como “Jah rock”, “D top” o hasta el instrumental “Tarde en la piscina”, porque la melodía cumple lo que el título promete.


Es interesante comprobar el talento del músico por hilar los diversos estilos de música jamaicana sin agotar (una de las principales críticas al reggae es su supuesta monotonía) y además exprimir sus posibilidad con el blues, el soul, el pop e incluso algo de la baladas, allí donde su voz se luce. Pero también hay una lectura política, especialmente en la versión hip- hop de “Mister powa man”: “¿Cuál es tu plan / ahora que todos tus secuaces huyen / el fin no justifica los medios / poderoso y despiadado tu no tienes remedio / gracias a Dios tu poder no fue para siempre / y tu represión no calló el clamor de la gente”. Una acusación sin un destinatario totalmente explícito, que puede leerse como una lectura de la situación del país. De hecho, tras el paso de Neira por las tinieblas del mainstream televisivo en programas estelaras podemos creerle cuando advierte que todos nos podemos convertir en ese miserable “powa man”.


El público verde amarillo y rojo que asiste la capitalina sala de reggae Jammin Club se sentirá satisfecho. De hecho, las guitarras del single “Mister powa man” son de Junior Marvin de los históricos The Wailers (banda de apoyo de Bob Marley), lo que garantiza la bendición de los músicos mayores del estilo. Para el público cautivo de sus discos solista y sus apariciones en televisión, acá hay un estupendo caleidoscopio del reggae, invitando al verano, el sol y a la sanación del alma.


 

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