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Amor supremo

El tenorista hijo de John Coltrane y de Alice Coltrane ofreció un concierto superior en el Festival Providencia Jazz 2008. Debió tocar más tiempo, pero no pudo porque el número anterior se excedió en el escenario.

18 de Enero de 2008 | 18:20 |
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Ravi Coltrane tenía su saxo soprano a la espera. Sólo lo pudo utilizar en la última pieza, puesto que debió suspendder parte del repertorio debido a la tardanza en el horario en que subió a tocar.

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Es una serie post bop casi cualquiera sobre una melodía escogida que aborda el cuarteto comandado por el tenorista Ravi Coltrane. La música se va desmembrando progresivamente hasta convertirse en “Giant steps”, una de las composiciones maestras de John Coltrane, fechada en 1959. Ni siquiera la propone el propio Ravi, el hijo del histórico músico que la escribió. Aparece fugazmente al final del solo de piano de Luis Perdomo, pero incluso se hace más clara en el solo de batería de E.J. Strickland. “Giant steps” se define durante esa narración entre tambores y platillos y ahí uno entiende finalmente lo que significaba que un baterista como Max Roach pudiera ejecutar partes melódicas a través del ritmo (su banda no tenía piano, entonces lo músicos le decían a Roach “toca las partes del piano en la batería”).

Un ensamble de jazz contemporáneo es, en el fondo, como esto. Y aquí también hay que añadir la experiencia extra de escuchar a alguien que se apellida Coltrane en vivo y directo. Ravi es el depositario sanguíneo de dos sensibilidades sobresalientes como las de John (su padre, tenorista y sopranista) y Alice (su madre, pianista y arpista). El resultado de la unión tal vez no sea tan descollante como lo fueron sus padres en la historia del jazz, pero Ravi Coltrane no sólo logra desmarcarse de esa influencia durante esta noche, sino que muestra un perfil propio definido por la frescura y la modernidad de su historia personal.

Su música se expone desde la tradición del cuarteto acústico con solista, piano y ritmo, pero se toca de otra forma. Muchas veces Ravi Coltrane imprime groove por sobre swing. Es como el barrio afroamericano de hoy presente en sus piezas, cuyas rítmicas rara vez se miden con walking basses cuadrados sino que exploran sobre otras posibilidades de pulso, casi siempre imposibles de seguir desde la audiencia. Incluso por momentos la banda se parte en dos cuando Coltrane y Perdomo desarrollan un unísono impar considerando el tipo de ritmo que siguen por otro camino Strickland en la batería y Drew Gress en el contrabajo.

El grupo es superior. “Ojalá todos los números de un festival como éste fueran así de buenos”, piensa y opina un especialista del jazz a quien hay que escuchar. En realidad, ojalá también hubiera habido más tiempo para escucharlo porque la tardanza con que el número anterior (el bandoneonista uruguayo Enrique Tellería y la Sinfónica de Providencia) dejó el escenario, obligó a Coltrane a suspender parte del repertorio debido al frío y el horario en que terminó tocando. En ocasiones, cuando el grupo funcionó como trío con Perdomo, Gress y Strickland, la unidad llegó a superar a la figura de Ravi Coltrane por sí misma.

Ravi es “el hijo de Dios”, porque a John Coltrane no sólo se le considera Dios sino que además escribió mucha música contemporánea de alabanzas. “For Zoë” es una de las composiciones de Ravi que se introducen en esos pasajes de plegaria y música espiritual que elaboró John. El público escucha con el respeto debido y en silencio de catedral. Todo lo contrario a la compleja intervención con que remata la noche del Festival Providencia Jazz 2008, sobre “’Round midnight”, esta vez, y por primera, conectado al saxofón soprano. Ravi Coltrane, sin John y sin Alice, pero con los dos bien adheridos. “No me importa nada. Sólo amo la música” dijo horas antes de tocar. Ése también es un amor supremo.

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