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El obsequio del trovador

Luego de cuatro años, Pablo Milanés regresa al país. Un artista mítico que cristaliza los sueños y caídas de la historia política de este lado del mundo. Un sobreviviente de esa rupturista Nueva Trova Cubana que mezcló abiertamente el pop, el jazz y la raíz folclórica de la isla de la música.

25 de Enero de 2008 | 12:05 |

Durante el lanzamiento de Sino, el muy recomendable nuevo disco de Café Tacvba, la banda reconocía no sólo la influencia de la new wave en los '80, sus años formativos. "También nos inspiró mucho la Nueva Trova Cubana, gente como Pablo Milanés. Eso tratamos de homenajearlo en la canción 'Gracias'".

Es que sus discos y cassettes (clandestinos en nuestro país durante años) suscitaron no sólo consciencia política, sino también cientos de vocaciones por la guitarra española. De hecho las letras eran más simbólicas que de protesta, más dulces que guerrilleras. Como "Yolanda", por ejemplo, clásico absoluto.

Hasta el muy rockero Luca Prodán (de los míticos argentinos Sumo), acusó recibo de esos cassettes que pasaban de mano en mano con las grabaciones del "compañero Pablo". Eran mediados de los '80 y junto a Andrés Calamaro grabaron una agridulce versión de "Años". "El tiempo pasa / nos vamos poniendo tecnos", cantaba el pelado, luego de un monólogo donde profetizaba que mientras más viejos nos poníamos, el amor se convertía peligrosamente en "otro sentimiento".

Ciertamente el tiempo pasa, y sin su icónico peinado "afro", pero sobreviviente de una complicada enfermedad y tras cuatro años de ausencia, Milanés aterriza en Santiago.

Presentará  su disco Regalo, una correcta obra que transita por su pasado trovador y con las raíces puestas en el jazz que invadía la isla en los primeros años verde olivo. "He tratado de grabar este disco tal como se iba a hacer en vivo, así que es una garantía que va a sonar tal como lo registramos. Simplemente seremos los músicos en escena, y eso es lo que me importa: no quiero ningún tipo de distracción en la canción; sencillamente, sin vestimenta, poner la canción tal como es", dijo.

Vampiros en La Habana

Razones para verlo sobran, no sólo por el factor "generacional" -compartido con gente como Serrat- sino también para repasar sus virtudes musicales. A veces se olvida que la Nueva Trova Cubana fue tan rupturista. Un polémico pero logrador crossover de jazz y canción popular estadounidense con el son y otros ritmos de la isla. Pianos, electricidad y efectos de estudio para potenciar canciones con ADN cubano y vocación de protesta.

En una reveladora entrevista a la revista argentina Inrockuptibles, Silvio Rodriguez debió confesar como él y sus compañeros estaban afectados no sólo por el jazz y las raíces de la música isleña, sino también por la canción pop, tomando como punto de partida a los Beatles. Ese choque entre tridireccional (pop, jazz y sonidos cubanos) convirtió a la trova en un fenómeno transversal. Y universal.

Vampiros en La Habana, bebiendo de lo mejor que producía la música en su tiempo, listos para morder el mundo hispano. Desde su debut en 1968 junto a Silvio Rodríguez en el legendario centro cultural La Casa de las Américas, Milanés se convertiría en leyenda, no sólo por sus canciones (que están muy bien) sino por lo que representa. Así como Frank Sinatra se asocia a cierto estilo de vida, "Pablo" -inseparablemente unido a "Silvio"- es la cristalización de los procesos políticos cubanos y latinoamericanos. Y también, claro, sus crisis.

Tal como los textos de la trova, que desde un romanticismo cargado de pólvora decía grandes verdades, Milanés deslizaba antes de su primer show en Talca el martes pasado, su versión sobre los 50 años de la cuba revolucionaria: "Son momentos de cambio que se imponen; son momentos que todo el mundo está esperando ansiosamente. Una gran parte de los cubanos estamos en eso, siempre y cuando no sean concesiones y se pueda hacer un cambio sin vender ni negar todo lo que hemos logrado". 

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