A los 73 años, la libanesa Fairuz hizo llorar por enésima vez al público.
DAMASCO.- Más allá de la política, la mítica cantante libanesa Fairuz regresó esta semana a los escenarios sirios después de más de 20 años, con una de sus obras más clásicas, que arranca las lágrimas de los espectadores de toda condición.
La cantante ofrece en el Teatro de la Ópera de la capital siria su nuevo espectáculo, considerado como el de mayor calidad dentro de los programados este año, en que Damasco ha sido declarada capital árabe de la cultura.
Más de medio siglo después de haber debutado en Radio Damasco, Fairuz ha vuelto a la capital siria con las entradas agotadas para los ocho pases de su espectáculo, lo que ha dejado a cientos de sirios en la calle desesperados sin poder escuchar la legendaria voz de la cantante.
Fairuz ha conseguido una vez más emocionar a un público entusiasta que aplaude, corea sus canciones, y llora, sin distinción entre los “asistentes VIP” de la primera fila y los adolescentes fanáticos, todos ellos hechizados por la magia de la más querida de las cantantes árabes.
Música contra los fundamentalismos
Pero a pesar de que Fairuz siempre se ha situado por encima de lo político y lo religioso, y ha sido un símbolo de la unidad árabe, su visita a Damasco ha hecho que la cantante se vea envuelta en la crisis que vive esta región.
El líder druso libanés, Walid Jumblatt, ha acusado a Fairuz -sólo por haber ido a cantar a Siria- de estar al servicio de los intereses del gobierno de Damasco, sospechoso de estar detrás de los asesinatos políticos ocurridos en el Líbano en los últimos años.
Asimismo, un opositor al régimen de Damasco, Akram Shehayeb, exigió públicamente a Fairuz que no cantara para los “carceleros del pueblo libanés,” en referencia a la ocupación Siria del Líbano durante más de 30 años.
Pero en Siria, incluso una página web independiente -de las pocas que quedan abiertas-, instó a Fairuz a acudir a Damasco a pesar de las críticas y calificó a la cantante como la mejor embajadora para un mensaje de convivencia y paz en estos momentos tan conflictivos.
La cantante no ha querido entrar en esta polémica, pero sí lo ha hecho su cuñado, el compositor Mansour Rahbani, que ha dicho que la decisión de Fairuz de actuar en Damasco debe interpretarse como “un mensaje de amor, paz y amistad” y ha pedido que no se mezcle su nombre en asuntos políticos.
Y es que Fairuz no sólo es la más respetada cantante árabe en vida, sino que además es considerada un símbolo nacional en su país, Líbano, muy por encima de otros artistas o líderes políticos o religiosos. Pero los seguidores de la cantante, por encima de la fe que profesen, de su nacionalidad u opción política, sólo quieren escuchar la voz de Fairuz, que sigue levantando pasiones allá donde va.
Fairuz ha deslumbrado a su público en cada aparición con uno de sus representaciones más clásicas, la obra “Sah al-Nawm,” en la que la cantante, de 73 años, encarna con todo el estilo que posee a una joven que consigue que un rey despótico se convierta en un ser más amable.
En una de las actuaciones, un joven, que se dijo “adicto” a Fairuz, le dedicó a la cantante frases como “eres mi vida, eres mi alma” mientras otra adolescente lloraba y le daba las gracias por estar allí, además de declararle su amor incondicional.
"Ha sido increíble estar en la misma habitación que Fairuz: ha sido un sueño hecho realidad,” explicaba otra de sus fans, Raoua Baradi’i, con lágrimas en los ojos. Esperó seis horas para conseguir una entrada para el concierto de su ídolo: “me hubiera muerto si no puedo verla de cerca,”