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Pop B.B.

Este Benjamin está más cerca de Damon Albarn, de Nick Cave y de Joao Gilberto que de un Serge Gainsbourg, como se ha dicho de manera recurrente, a cuyo lado parecería un joven desastrado y deserotizado.

28 de Abril de 2008 | 12:06 |
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Lo que el público no se esperaba. Un concierto más rockero que nada. Aún así, Biolay presentó un lado francés-francés, con piano, cigarrillo y con voz baja y narrativa.

Patricio Ulloa

La distancia geográfica y la muy escasa difusión que tiene en Chile la música francesa había extendido hasta ahora una serie de malosentendidos sobre Benjamin Biolay. Que un chansonnier maldito, que un ambicioso arreglador, que "el yerno de Francia" (estuvo casado con Chiara Mastorianni Deneuve), que "el nuevo Gainsbourg". Pamplinas todas.

Al frente de los espectadores que llenaron el capitalino Teatro Oriente, Biolay pareció, más bien, un rockero de referentes amplios y escaso glamour, más dispuesto a la propuesta que a la cita retro, y de una sencillez personal que es la de un cantautor sincero y sin ganas de pontificar. Sus piezas musicales sintetizan décadas de tradición popular no sólo francesa, sino también neoyorquina (es innegable el pulso hip-hop de algunas canciones), baihiana y londinense. Si es por tirar nombres, es probable que B.B. esté más cerca de Damon Albarn, Nick Cave y Joao Gilberto que de un Gainsbourg a cuyo lado parecería un joven desastrado y deserotizado.

Su espectáculo –extenso, con apenas dos músicos acompañantes y una iluminación al borde de lo lamentable– ordena las formas por las que ha ido optando hasta ahora su discografía: un fuerte apoyo eléctrico y de secuencias para algunas canciones de Négatif, énfasis en las palabras de poderosa poesía de A l'origine, descanso electroacústico en sus citas a colaboraciones con otros músicos (tanto en el disco matrimonial Home como en sus producciones para gente como Henri Salvador, de la cual rescató la hermosa "Jardin d'hiver").

Seguro en el piano, justo en la trompeta y hábil sobre la guitarra, Biolay se viste y baila con torpeza porque, a diferencia de su imagen pública, es probable que se sienta más cómodo con la conceptualización intelectual del pop que con sus formas exhibicionistas. Se lo imagina uno incómodo filmando un video, pero feliz dentro de un estudio, ensayando arreglos y conversando ideas sonoras. Ese tipo de músicos suelen ser aburridísimos en vivo, pero Biolay resulta encantador por su cercanía, por la diversidad con la que elige montar su repertorio y por su conciencia de ser parte de un flujo musical mayor (por algo citó canciones de nombres tan inesperados como Gorillaz, The Smiths o la banda sonora de "Casablanca").

"Jamás pensamos viajar más lejos que Bélgica o Suiza", dijo en un momento aún asombrado por el entusiasmo de sus fans chilenos. La verdad, tampoco pensamos jamás que Benjamin Biolay sería el tipo de músico con el cual te dan ganas de intercambiar discos y salir a tomar una cerveza.

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