Latin Bitman

Nadie podría apuntar con el dedo y acusar a DJ Bitman de poco talentoso. Tanto como productor o con el celebrado dúo electrónico Bitman y Roban, sus trabajos tienen un profesionalismo inédito para el estándar local. De hecho, este disco ha sido aclamado especialmente en Estados Unidos. El "latinaje" que palpita en las guitarras bossa nova de "Shine" -y en todo el disco- siempre sorprenderá a los oídos del norte, tan habituado a las derivaciones del sonido pentatónico blues. Desde los tiempos del mambo y el calypso que pasa eso. Y Latin Bitman es un impecable ejercicio de estilo. Más que un mochileo, es un crucero que toma nobles elementos de la fusión latinoamericana y los procesa con electrónica, sampleos y cut and paste.

El único problema del álbum es que por más "feat." que contenga (Tea Time, Jimmy Fernandez, Juan Sativo) o ese hit que es "Tropilove" con Julian Peña (ex Santos Dumont, ex Casanova, ex Ángel Parra Trío) a ratos parece una obra meramente funcional. ¿En qué sentido? En que se va convirtiendo en música de fondo para hacer otras cosas. No por nada, el instrumental "Pipe dream" perfectamente podría incluirse en una escena de cine porno, donde lo que menos importa tanto a los protagonistas como los espectadores es la música. La pasteurización de la producción hace que las canciones pasen agradablemente pero sin detener nuestras respectivas rutinas. Así, por ejemplo, el rapeo de Sativo pierde fuerza y modulación en "La raza", como si fuera hip-hop para malls, donde la letra no debe entenderse demasiado.

Lo anterior, claro, es un aspecto estructural a la electrónica. Sonidos que acompañan pero no protagonizan, aunque sean ricos en ingredientes: tropicales, latinos, negros. Para sus cultores y los que "vacilan" esta música, las aprensiones citadas les debe importar un comino. Después de todo Latin Bitman es un correcto caleidoscopio de nuestro colapsado hemisferio pero visto desde las limpias y sofisticadas veredas de las máquinas.

—JC Ramírez Figueroa