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Snakes & arrows live

28 de Mayo de 2008 | 17:30 |

Ajenos a las radios, la televisión, y la prensa rock oficial que los desprecia por sus excesos instrumentales y letras de ambición filosófica, Rush se ha ganado la vida en la carretera por 34 años, seguidos por una fiel corte de fanáticos convencidos de que Geddy Lee, Alex Lifeson y Neil Peart son los mejores en sus puestos. Si antes el guión del trío canadiense dictaba una estricta dieta de un disco en directo doble por cada cuatro registros en estudio, desde esta década sacan un álbum y de inmediato viene la réplica captada en la ruta.

En esta mano, instantáneas tomadas en Rotterdam del tour que promociona el álbum Snakes & arrows (2007), Rush mantiene el retrato de una banda de rock duro y progresivo adicta a los arreglos complejos, fuerte volumen, y que se esfuerza por no repetirse. Confiados en su nuevo material, interpretan nueve temas de la docena que compone el último disco. Los instrumentales “The main monkey business” y “Malignant narcissism” resultan apabullantes. Para Rush velocidad y métrica son pruebas superadas. Ahora el desafío es relajar la mano sin perder el instinto por los paisajes épicos. 
 
La nostalgia por los '80 también contagia al trío. La mitad del álbum repasa material de la década, incluyendo canciones nunca antes interpretadas como “Entre nous”, la etapa que emularon a The Police con “Digital man”, y su última pieza de timbre sinfónico (“Mission”). Cuando abren el catálogo de los '70 –rescatan “Circumstances” y la oda canábica “A passage to Bangkok”- la afinación baja porque la voz de Lee no está para homologar todos sus chillidos veinteañeros, aunque si se lo propone (como pasa en el último estribillo de “Freewill”), todavía aúlla. Con sus integrantes promediando 55 años de edad, Rush establece un código difícil pero no imposible: en el rock es posible madurar y mantener la llama creativa si la prioridad es la música.

—Marcelo Contreras

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