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Comme si de rien n'etait

Todos los intentos por sacar lo mejor de la tradición de la poética folk no alcanzan para dotar de real personalidad a estas canciones suaves, contenidas, discretas, y que, puestas una junto a la otra, se hacen igual de aburridas que un largo discurso presidencial redactado para dejar contentos a adherentes y opositores.

15 de Julio de 2008 | 12:35 |
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La agudeza sutilmente irónica con la que Carla Bruni decidió titular su nuevo disco puede estarle jugando en contra ahora que su primer álbum como Primera Dama de Francia no es proyecto sino una realidad inscrita en la dinámica muchas veces implacable del pop. "Como si nada hubiera pasado" es mucho más una descripción de su discreta evolución como cantautora que el manifiesto de una artista que se ha propuesto que la residencia en el Palacio del Élysée no alterará su carácter de autora.

En comparación con el impecable Quelqu'un m'a dit (2003) y el más aburrido No promises (2007), el nuevo Comme si de rien n'etait es un disco colorido en cuanto a timbres, pero de una exasperante tibieza armónica. No hay clímax, provocaciones ni un gancho firme al cual aferrarse durante sus cuarenta minutos de apenas correcto flujo melódico.

La variedad no está dada por la temática (todas las canciones tienen que ver con la confesión romántica y la introspección), pero sí en los arreglos instrumentales. Se escuchan agudas flautas en "Salut Marian", arpas en "Ta tienne", cornos a-lo-Beatles en "Ma jeunesse", un banjo en "L'antilope" y una armónica incansable en "Notre gran amour est mort".

El único tema en inglés, una canción popularizada hace años por Bob Dylan ("You belong to me"), viene a recordarnos la fuerte influencia que ha tenido el folk y la poesía estadounidense en el enfoque musical de Carla Bruni. Pero eso no alcanza para dotar de real personalidad a estas canciones suaves, contenidas, discretas, y que, puestas una junto a la otra, se hacen igual de aburridas que un largo discurso presidencial redactado para dejar contentos a adherentes y opositores.

—Cristina Hynde.

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