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Voces, mimos y batuta italiana

Roberto Rizzi-Brignoli condujo la obra, Favio Sparvoli fue el regiesseur, Giorgio Richelli instaló la escenografía y Simona Morresi vistió a los artistas. En el Teatro Municipal, una vez más, la celebérrima y genial pieza maestra Gioacchino Rossini.

24 de Septiembre de 2008 | 11:45 |
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La batuta inteligente y sensible de Rizzi-Brignoli obtuvo resultados magníficos, tanto en belleza sonora, como en las articulaciones y fraseos. Todos de una transparencia genial.

El Mercurio

Varias son las razones para calificar de sorprendente esta última puesta en escena de “El barbero de Sevilla” la celebérrima ópera de Gioacchino Rossini, en su versión internacional. En primer lugar, la concepción musical de Roberto Rizzi-Brignoli, y un solvente grupo de cantantes, que unido al concepto teatral de la régie de Favio Sparvoli, la escenografía de Giorgio Richelli, y el vestuario de Simona Morresi, logran una férrea unidad. Así, el grupo lleva el espectáculo por caminos a veces vertiginosos, que rescatan la esencia de esta comedia de enredos.

No obstante creemos que en esta oportunidad la iluminación de José Luis Ferruccio no consiguió estar a la altura de sus compañeros de aventura. Los colores fríos que generalmente utilizó poco tenían que ver con la vitalidad de la comedia.

El gran marco de la producción lo puso la Orquesta Filarmónica de Santiago, que bajo la batuta inteligente y sensible de Rizzi-Brignoli, obtuvo resultados magníficos, tanto en belleza sonora, como en las articulaciones y fraseos, todos de una transparencia genial. Ya desde la "Obertura" se evidenciaron estos aspectos, que fueron relevantes al momento de acompañar arias y concertatos, así como al marcar acentos, contrastes, accelerandos y rittardandos y por último hasta con una cierta dosis de humor.

Destacaremos además que cada vez que a un instrumento le cupo un solo, éste fue del mejor nivel. Por ello fue justa la ovación recibida por el director y la orquesta al finalizar la función.

La régie de Favio Sparvoli, que a veces recuerda la estética de Darío Fo, es minuciosa en los detalles y pone énfasis en la actuación de los cantantes: ni la expresión facial está descuidada. Señalaremos como logro el perfilamiento de los personajes principales, dos de ellos casi en la estética del “comic”, donde se incluye al criado Ambrosio con la actuación graciosa del actor Juan Carlos Bistoto.

Se agrega al elenco principal un grupo de mimos que realizan especies de coreografías como apoyo al texto de las arias. Incluso sirven hasta de tramoyistas, haciendo girar la casa de Bartolo en todas direcciones. La gran plasticidad de este grupo junto a sus contínuos movimientos, pueden en algún momento desviar del foco principal, pero es innegable su aporte a la acción. Por detallar logros señalemos la primera aria de Fígaro ("Largo al factotum") y ("La calumnia") de Don Basilio.

Uno de los aciertos más notables y hermosos, es la escena de la tormenta con ese despliegue de paraguas que suben y bajan, mientras algunos mimos se cuelgan como volando en ellos. Para esta escena diremos que la iluminación fue muy adecuada. La escenografía de Giorgio Richelli plantea una casa transparente y giratoria, que permite observar lo que ocurre con el resto de los personajes mientras se desarrolla la acción principal. Su carácter móvil provoca la creación de diversos ambientes, todos muy bien logrados.

El Coro del Teatro Municipal, dirigido por Jorge Klastornick, tuvo la solidez acostumbrada no sólo en canto. También en la actuación, como en la divertida escena de la serenata. Fígaro fue caracterizado como personaje de historieta y encontró en Dalibor Jenis a un barítono en la plenitud vocal y actoral. Certero en intencionalidad y fraseos, logró ovaciones en cada una de sus intervenciones. Qué decir de su ("Largo al factotum"). Maite Beaumont, la mezzosoprano, dio vida a Rosina. A su hermosa figura agrega la belleza de su voz, la seguridad en las coloraturas (ejemplo: "Una voce poco fa"), y una actuación estupenda.

Bastante débil nos pareció en cambio Kenneth Tarver, el tenor a cargo del Conde de Almaviva. Si bien su voz es interesante, tiene escaso volumen y problemas en los agudos tanto como en las coloraturas. En actuación recreó bien el personaje del falso Don Alonso. Don Bartolo recibió un logrado perfilamiento en la hermosa voz y sólida actuación de Alessandro Corbelli: genial en su aria ("A un dottor della mia sorte"). Giovanni Furlanetto recreó a Don Basilio con toda su maestría vocal y actoral, como el segundo personaje asimilable a la caricatura, su aria de "La calumnia" fue comiquísima en su cinismo.

Excelentes en sus breves papeles estuvieron Pablo Castillo como Fiorello y Daniela Ezquerra como Berta, ambos de gran musicalidad, poderosas voces y sólida actuación. Un tanto exigido se vio a Carlos Guzmán como el Oficial. En síntesis un acierto sorprendente de la temporada lírica 2008.

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