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Tarea para la casa

Recién creada, como también su instituto de música, la agrupación vocal universitaria mostró ripios y zonas limpias en una de sus primeras apariciones. En todo caso, el director del coro es Guido Minoletti y eso representa una garantía para su futuro.

02 de Octubre de 2008 | 11:47 |
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EL director del nuevo coro, Guido Minoletti, tendrá trabajo en el ajuste de esta agrupación vocal adjunta a la Universidad Alberto Hurtado.

El Mercurio

El Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado nace recién este año y ya se encuentra organizando su primera e interesante temporada de cámara, con conciertos en diversos lugares de Santiago y Providencia, ampliando aún más la oferta musical de extensión que se ofrece en la capital. Como eje de la temporada está el Coro de Cámara de esa casa de estudios, que dirige el prestigiado maestro Guido Minoletti.

El conjunto, formado por un grupo de cantantes profesionales, se encuentra aún en etapa de consolidación, y a pesar de sus buenas voces tiene tareas que solucionar. En primer lugar lo referido a la afinación. Muy evidente en ciertas obras. Luego, el acostumbramiento a cantar juntos, cuestión que toma tiempo, para homogeneizar el sonido y permitir el balance vocal, evitando el predominio de las sopranos en casi todas las obras. Así también debieran trabajar más los contrastes dinámicos, para que los piano sean más consistentes y los forte con más peso (en las sopranos estos resultan a veces un poco estridentes). Afortunadamente, para estos desafíos cuentan con un director de vasta experiencia, que sin duda llevará al conjunto a un sitial de excelencia.

El programa presentado en esta oportunidad abarcó obras coloniales americanas y una misa de Wolfgang Amadeus Mozart. Sin duda la obra más lograda de la primera parte fue la que dio inicio a la presentación. Se trata del Salmo “Beatus Vir” del italiano avecindado en Argentina y con gran labor en las misiones jesuitas del Paraguay Domenico Zipoli (1688- 1726). Fue escrita para coro, soprano solista, dos violines y continuo. Se trata de una obra donde la solista tiene un enorme y exigente trabajo.


Aquí, Paulina González dio muestras de su musicalidad y hermosa voz, cantando con seguridad e intuición. Aún le falta mejorar la expresión para llegar a ocupar un lugar de importancia en el mundo musical chileno, pues talento le sobra. El coro, que no es demasiado exigido, mostró un sonido bastante homogéneo y gusto por la hermosa obra, que a ratos recuerda el barroco italiano.

En las dos obras de José Mauricio Nunes García aparecieron algunas de las dudas planteadas al inicio del comentario, particularmente la débil afinación del motete “Domine, ti mihi lavas pedes”. En la segunda de ellas, “Judas mercator pessimus”, el sentido del texto no se percibió. La segunda sección, “Denariorum numero”, fue llevada demasiado rápido, lo que le restó dramatismo y como la obra está escrita a seis voces, quedaron al descubierto algunas precariedades en los agudos de las sopranos y una falta de afiatamiento general. El verso a 4, cantado por solistas, fue muy débil en afinación y seguridad, en todo caso el sólido doblaje en el órgano de Mario Lobos fue fundamental en el apoyo a la afinación de todo el conjunto.

De Esteban Salas es el villancico “Un musiquito nuevo”, que contó nuevamente con el acompañamiento de los dos violines además del continuo. Esta obra fue la más débil de toda la presentación y acusó muchas inseguridades, tanto en el coro como en los instrumentos, con excepción del organista Mario Lobos. Si bien hacia el final parecieron encontrar el rumbo, pareció que a la obra le faltaron ensayos.

En la “Misa Brevis en Fa” K. 192 de Mozart el coro se afianzó más, perfilándose con sus hermosas voces. Pero en este caso fueron insuficientes los dos violines como contrapeso del coro y del continuo. Además su afinación fue dudosa en varias secciones. En los breves segmentos para solistas se destacaron la soprano Paulina González, el tenor Isaac Verdugo y el hermoso timbre de la contralto María Teresa Domínguez. Para el bajo Manuel Domínguez resultaron excesivas las notas graves. El “Benedictus” lo cantaron con mucha musicalidad.

En el coro destacaron los contrastes del “et vitam” del Credo, el “Hosanna” del Sanctus y la sección final del “Agnus Dei”. En síntesis un conjunto del que todavía hay mucho que esperar, pues cuentan con la materia prima de su innegable musicalidad.

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