EMOLTV

Camaleónica

A quinteto o a trío de un día para otro, con Björk o con Gershwin en el repertorio, en tierra firme o en seis meses de cruceros por el mundo: así de versátil es esta jazzista chilena a sus 23 años. Y con voz y guitarra al mismo tiempo, otra exclusividad de Camila Meza.

22 de Octubre de 2008 | 06:14 |

Su agenda tiene hasta enero de 2009 fechas marcadas con conciertos, pero una de ellas no es como las otras. Y es la más inmediata: tres signos de exclamación acompañan a la palabra quinteto!!! en el anuncio del concierto de Camila Meza este viernes 24, porque a trío o invitada de otros músicos actuará harto en los días siguientes, pero el quinteto de esta cantante y guitarrista chilena ha estado guardado por más de un año y por más de una razón. Porque es música exigente, y porque entre noviembre de 2007 y abril de 2008 ella se pasó seis meses tocando en cruceros de placer con escalas en lugares como Cozumel, Caymanes, Antigua o Nassau.

Ya en tierra firme hace rato, de todos modos tomó tiempo preparar de nuevo al grupo, formado por Camila Meza (voz y guitarra), Felipe Riveros (piano), Claudio Rubio (saxo), Pablo Menares (contrabajo) y Andy Baeza (batería) y que este viernes mostrará un repertorio de temas originales y nuevas versiones de canciones que van desde Björk a una serie de autores brasileños. Al día siguiente, la cantante actuará a trío de guitarra, contrabajo y batería como parte de las celebraciones de los 65 años del histórico Club de Jazz de Santiago. Dos versiones de Camila Meza de un día para el otro.

-El trío es cien por ciento improvisación -define-. Este tema, este tono y vamos, y eso produce mucha satisfacción, porque siempre salen cosas nuevas. Llegar y tocar, también. No hay ensayo.

-¿Y el quinteto?
-El quinteto es mi proyecto más moderno, de arreglos, de incorporar temas que no son del repertorio de standards de jazz. Eso requiere ensayo y más trabajo grupal. Las aproximaciones son distintas.

Tanto es así que es imposible saber qué va a tocar el sábado a trío: la improvisación dirá. Pero sí está claro el repertorio del viernes a quinteto. "Isobel" y "Venus as a boy", de Björk, y tres canciones de Ivan Lins, Luiz Bonfa y Sergio Mendes, entre otras.

-Hay una de Led Zeppelin -se ríe ella como saboreando por adelantado: es "Rain song"-. Igual es el experimento máximo, porque es difícil llevar un tema de Led Zeppelin a un ambiente jazzístico y tratar de meterlo en mi lenguaje. Pero entretenido, me gusta. "Rain song" cupo sobre todo porque es una canción que me gusta mucho.

-¿Y no es un contrasentido? Si te gusta algo es por lo que es, pero lo que haces es cambiarlo.
-Claro -se ríe-. Es que queda como yo lo quiero hacer. Porque está claro que no quiero cantar como Robert Plant. Más que elegir una canción de Led Zeppelin, es elegir esa canción, que podría haber sido de cualquiera. Esos temas me representan en algún sentido.

-¿Qué tienen en común contigo que te representan?
-Mmmh, la razón no es que las escuchaba cuando chica… El hecho de que uno las escuchaba cuando era adolescente es una consecuencia de que algo tienen que ver contigo. Hay canciones súper nostálgicas. "Isobel" es súper misteriosa en la versión original. Son sonoridades que me tocan.


No te puedes aburrir

Ya en tercero medio formó su primera banda y se embarcó en una inicial época de sonidos entre funk, rock y soul con los grupos Contrabanda, Júpiter Jack y Feria. Pero Camila Meza entró a la escuela Projazz en 2004, se conectó con maestros de jazz como el pianista Moncho Romero y músicos más jóvenes como Pablo Menares, Sebastián Jordán y Andy Baeza, y empezó a cantar.

-Debe haber algo muy intrínseco que me une mucho al jazz, me fue muy orgánico llegar a esa música -recuerda-. Tenía antes una banda de rock funk, y de hecho al final tuve que terminarla porque ya no me sentía feliz haciendo esa música, necesitaba algo más.

-¿Qué era ese algo más, la riqueza de las armonías del jazz?
-Yo creo que tiene que ver con la improvisación, también con la riqueza armónica, la posibilidad de transformar, de crear. No te puedes aburrir, siempre tienes algo más que hacer. Los mismos temas pueden ser distintos cada vez que los toques.

-Lo bueno es que te encante pero además tener la capacidad de hacerlo, ¿no? ¿También es una disciplina fuerte?
-Sí. Es que es mucho estudio. Uno tiene algo y hay que trabajarlo, yo he tratado de hacerlo. A uno le da fuerza saber que tiene que trabajarlo.

-¿Ésa es una diferencia aparente con haber tocado rock, que es más fácil de hacer y hasta se jacta de eso? ¿Esa simplicidad no es seductora también?
-El jazz tiene esa dualidad de que tienes que estudiar mucho y prepararlo, pero en el escenario es espontaneidad, improvisación, y hay una cuestión hasta contradictoria. Es difícil soltarse, fluir como los grandes lleva años e incluso quizás uno nunca lo logre, aunque hay atisbos de eso, uno logra expresar, estar muy conectado. Pero muchas veces me es necesario volver a, pucha… a Jeff Buckley (el intenso y personal cantante estadounidense que murió en 1997), por ejemplo.

-¿Sí? Y es decidor que Jeff Buckley sea tu sinónimo de simplicidad.
-(Risas) Sí, pero volver a la melancolía, y los dos acordes bien cebolla y… es otra cosa. O a Radiohead. Bueno, Radiohead también es bien complejo. Aparte que si uno analiza un poco, lo lógico es tomar temas de tu época para tocarlos. Así como todos los standards que conocemos fueron los temas "de moda" que se tocaron en el momento en que nacieron.


Lo bueno del club

Los standards son las canciones habituales del repertorio de jazz, y por lo general datan de la era dorada de la canción estadounidense de la primera mitad del siglo pasado. Justo lo que Camila Meza grabó en su primer disco, Skylark (2007), con una competencia asombrosa para, a sus 21 años de entonces, cantar y tocar en la guitarra clásicos de Gershwin, Jerome Kern o Irving Berlin de la época de don Valentín Trujillo.

-Para empezar me fascina tocar standards. Casi todos tienen un hilo conductor, armonías similares, y en todo ese primer período en que empecé a tocar y cantar me aprendí muchos standards. Tuve ese entrenamiento -explica la guitarrista, que, si es por vieja guardia, además suele tocar con el grupo Cultrera, Espinoza & Cía, de los maestros Giovanni Cultrera (piano) y Alfredo Espinoza (saxo).

Ahí, como cantante invitada, un auditor no iniciado en el jazz la puede encontrar actuando algún día hasta en un centro comercial.

-Igual creo que donde mejor me siento es en un club, donde en el fondo la gente te va a ir a escuchar -dice-. Donde hay esa comunicación que para mí es medio necesaria.

-Pero también hay trabajos como actuar en un mall. ¿Hay lugares más extravagantes donde hayas tocado?
-¿El crucero te parece poco?

-En realidad. Eso es lo malo: eres demasiado joven y ¿qué queda después de tocar en un crucero?
-Ja, ja.

-No es que Chile te quedó chico. El mundo te quedó chico ahora.
-Fue buenísimo, aunque duró hartos meses. Igual estás en un barco más que en el mundo.

-Aun si eres invitada, tus grupos tienen en común que tú estás al frente. ¿Podrías tocar en un segundo plano, o estás hecha para estar al mando?
-Es una buena pregunta. Lo que es claro es que me siento muy cómoda liderando y se me ocurren proyectos, puedo estar parada al frente. Pero eso mismo yo a veces me lo he preguntado. Porque mi carrera en el jazz, desde el momento en que empecé a tocar y cantar, siempre fue solista. Es bueno y todo, pero a veces sería bueno que te llamaran para tocar en un grupo.

-¿Echas de menos eso?
-No lo echo de menos porque nunca lo he tenido, pero sería choro algo de creación conjunta más que acompañar a un solista, que también me encantaría. Pero ya me acostumbré completamente. No me pregunto por qué tengo que llamarlos yo (a los músicos) a todos los ensayos, pedir las fechas, ya lo asumí completamente y me gusta.

-¿Y creativamente también estás a cargo?
-Igual en el quinteto el gran partner es el Pablo (Menares): (el grupo) tiene mi nombre, pero podría llamarse Camila Meza y Pablo Menares Quinteto, porque de verdad es entre los dos. Pablo es el primer filtro. Lo que hacemos es basado en mis vivencias, en lo que quiero tocar, nace de mí. Pero él está ahí para hacerlo real.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?