Marcelo Lillo, el escritor chileno más alabado del año, habla de sus próximos desafíos

SANTIAGO.- "Hay que decirlo con todas sus letras: 'El fumador y otros relatos', de Marcelo Lillo, es una colección de cuentos en general muy buenos, sin ni uno solo mediocre".

Así comenzaba hace un par de meses su columna dominical el respetado crítico literario de El Mercurio Camilo Marks. Un hombre conocido por su agudeza y ojo certero e implacable, que no se hace ni medio problema para subir o bajar el pulgar a una obra según su estricta consideración.

Por eso, sus frases hacia el valdiviano Lillo no podían dejar indiferente a ningún lector de su crítica, menos cuando al avanzar en ésta uno se encuentra con opiniones del tipo "estamos ante un escritor genuino" o "con seguridad, producirá textos de igual o superior valor a esta primera antología". Simplemente, dan ganas de salir corriendo a comprar "El fumador y otros relatos", el libro que el escritor de 51 años editó este año en España, luego en Chile, y que ayer presentó en la Feria del Libro de Santiago.

Tanto ruido a su favor, ha provocado sensaciones encontradas en Lillo, ganador de una inusual cantidad de concursos antes de editar su primer volumen a los 50 años. "Estoy contento con lo que ha pasado y confiado en lo que va a pasar", dice en el anverso, mientras que en la otra cara del entusiasmo asegura que "siento el temor de defraudar a la gente que confió en mí", si es que un nuevo libro no logra acercarse a la respuesta del primero. Luego, él mismo se responde. "Pero sé que no se van a defraudar", afirma.

Una certeza que tiene asidero: Lillo ya tiene listo un segundo volumen de cuentos, que será editado nuevamente por Mondadori, bajo la atenta mirada de Ignacio Echavarría.

-¿Cómo eligió los relatos del próximo libro, considerando que tiene otros, aparte de dos novelas?
-Escribí esos cuentos en un tono unitario. Tienen ciertas afinidades y los junté. Son 13 cuentos. Sobre las novelas que tengo, es difícil que se publiquen, porque no estoy muy conforme con ellas. Pero ahora estoy trabajando otra novela, que terminaré el 24 de diciembre, y ésa se publicaría en 2010, según el acuerdo que tengo con la editorial.

-¿Lo del 24 de diciembre obedece a una propuesta personal o a compromisos?
-Yo me propuse terminarla ese día. Me gusta terminar las cosas en fechas que son muy significativas para la humanidad. El 24 de diciembre es significativo para la humanidad, aunque para mí no significa nada. Es como mi cumpleaños: es muy significativo para la humanidad, pero para mí no significa nada. O terminar un libro para un 18 de septiembre. Qué maravilla.

-¿Y por qué sabe con tanta certeza que terminará de escribirla el 24 de diciembre? ¿Se puede saber con tanta exactitud?
-Porque los compromisos son compromisos y tengo que terminar ese día. El cálculo es absoluto. ¿Sabes por qué? Porque no me siento a improvisar. Yo tengo todo escrito en mi cabeza. Sé que en un cuento me voy a demorar, por ejemplo, tres días. En otro, uno. Yo no sé cómo, no me pidas explicaciones, porque no tengo idea.

-Que las novelas no le resultaran satisfactorias, ¿fue un problema con el resultado de esas obras, o con el formato?
-Un poco de ambas cosas. Hay una novela que se llama "Las excepciones", que habría que cambiarle el nombre. Tal vez la publique en unos años más, pero tengo que trabajarla. Esas novelas son parte de la desesperación de ganar plata en concursos. Incluso una de esas novelas la escribí cuando bebía, medio borracho, como con seis pisco sour antes de empezar. Y gané un concurso, eso fue lo más curioso.

-¿Y esta novela podría correr similar suerte, o sabe que le resultará satisfactoria?
-No, eso ya no corre para mí. Esta novela parte con un título.

-¿Y cómo se llamará?
-"El día de los muertos".