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Vuelve a Santiago el aclamado artista Jan Fabre

Después de ser premiado en Italia como uno de los artistas más influyentes y visionarios del siglo, el artista multidisciplinario belga, Jan Fabre, exhibe en el MAC de Santiago una selección de sus últimos 30 años de trabajo como artista visual.

23 de Noviembre de 2008 | 10:26 | El Mercurio Online
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Provoca mediante la exhibición de la materia corporal que utiliza como simbología.

El Mercurio Online

SANTIAGO.- “¿Cómo cuestionar a una sociedad aburrida de pensar, de preguntarse, sin choquerla?”, reflexiona el artista flamenco Jan Fabre. Él decide hacerlo provocando al espectador para introducirlo en temáticas que cruzan sus trabajos: la metamorfosis, el ciclo de vida después de la muerte, el carnaval como un pasaje entre dos mundos, la génesis animal del hombre.

Provoca mediante la exhibición de la materia corporal que utiliza como simbología. Utiliza huesos humanos y escarabajos que transforma en inquietantes esculturas; gatos y perros  que contextualiza en ámbitos humanos, divinos y carnavalescos.

Cada material escogido se relaciona con los mundos en que Fabre ha puesto especial atención: Egipto Antiguo (la veneración al escarabajo del desierto que trasforma lo muerto en vida); La Edad Media  (Lancelot como símbolo del sacrificio y la violencia que trasforma); su propio semen y su sangre representan los fluidos, que son indivisibles, como el color con que Rubens utilizó en contraposición del trazo; el humo que vincula lo terreno con lo celestial.

Los referentes de Fabre aluden a lo que somos y a nuestro origen, según su propio texto escrito para la 52 Bienal de Venecia.  “Las personas son mejores que los ángeles/ porque ellas se han hecho merecedoras de la bondad que poseen/   durante un camino largo y difícil/  con aquel órgano complejo pero vulnerable/  detrás de sus orejas/  Vuestro cerebro es el fruto de millones y millones de años/  de intentos y reintentos/ Querer algo/ sin poder/ pero continuad el intento/ no renunciad/ Vuestro cerebro es un mundo en sí”.

Jan Fabre intenta conciliar el mundo humano con el  animal mediante la belleza. Quiere “llevar al espectador a su parte animal para que se fortalezca, se construya”. No busca el dolor, sino el misticismo, que es el principio de una investigación de la felicidad: “La muerte es la continuación de la vida. Cuando se pierde la vida pareciera que se acaba lo terrenal, pero en realidad es una vuelta al sentido exacto de la naturaleza”, dice.

La teatralidad en las artes visuales

Jan Fabre (Amberes, 1958) es además dramaturgo, performista, director teatral, coreógrafo y diseñador. Como artista visual reconoce una gran influencia de los performistas  Orlan y Mariana Abramovic y tuvo un destacado rol en la vanguardia flamenca de la década de los 80. Ha expuesto en Documenta, Kassel, las bienales de Venecia, Lyon, São Paulo, Valencia y Estambul.

Justo este año, cuando cumple 50 años, el artista flamenco recibe el prestigioso premio Pino Pascali que lo distingue como “uno de los artistas más influyentes del siglo XXI”. El galardón será entregado el 16 de noviembre en el Palazzo Pino Pascali, el museo de Arte Contemporáneo de Polignano a Mare (Bari, Italia). El jurado evalúo a Fabre como “un artista que interpreta visionariamente temas trascendentales como la vida, la muerte, la naturaleza y el misterio de la existencia”. La premiación será sucedida por la inauguración de una exposición individual que se extenderá hasta el 18 de enero del 2009.

En Chile estuvo el 2005 y 2006 donde dio a conocer su faceta teatral mediante tres sucesivos montajes del Festival Internacional de Teatro Santiago a Mil. Dentro de este contexto volverá en enero del 2009 al MAC a realizar  el estreno mundial de La orgía de la tolerancia, una co-producción con la compañía Troubleyn-Fabre. 

Teatro y artes visuales se fundirán en un mismo escenario: la exposición coincidirá con la puesta en escena de la obra de teatro que se realizará en el mismo espacio entre el 14 y el 18 de enero.

La visión de Fabre cruza las disciplinas que ha elegido para expresarse: “¿Qué ingenuidad me hace creer que seré amado?/ Dispongo de la bendición de la interpretación/ Yo soy una invención/ ¡Soy un actor! / Porque creo que la forma humana es la expresión más alta de lo divino/ No obstante/ ¿Extraño?/ y no obstante, comienzo a despreciar la humanidad/ ¿Qué ingenuidad me protege del hostil mundo externo?” (Antropología de un planeta, 52 Bienal de Venecia).

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