La condición casi binacional que tiene Holden a estas alturas entre su Francia natal y Chile, el país donde más a menudo viaja con su música, da sentido a La machine, una compilación de canciones de los tres discos que el grupo parisino ha publicado entre L'árriére-monde (1998), Pedro Lira (2002) y Chevrotine (2006). La carrera del quinteto sigue afincada en Francia, pero la audiencia chilena tiene aquí la antología de un recorrido que había quedado más bien disperso entre idas y venidas.
También es un modo de asistir a las transformaciones de Holden. Las catorce canciones de La machine no siguen un orden cronológico, de modo que es posible un salto como el que hay entre "L'essentiel", una canción de 2006, y la propia "La machine", que es de los inicios, tiene un título que significa "La máquina" y en este contexto es una máquina del tiempo. El trayecto es a grandes rasgos entre la dirección retro que Holden tuvo al comienzo y el destino pop más contemporáneo que ganaron al empezar a producir sus discos desde 2002 junto al músico alemán Uwe Schmidt, con sede en Santiago.
El sello del grupo también queda claro y transparente más allá del tiempo, en la opción constante por un pop de timbres cristalinos de guitarras y teclados y en la voz melodiosa de la cantante Armelle Pioline que es uno de los principales atractivos de la historia. El cierre con un cover de la banda inglesa The Smiths arroja más luz sobre la escuela de Holden en La machine, que funciona al mismo tiempo como un inventario y como una antesala para Fantomatique, el cuarto disco que el grupo también vino a grabar a Chile y que editarán en marzo.
—David Ponce