SANTIAGO.- Uno de los motores de Santiago a Mil es la reunión de lo mejor del año teatral que pasó. Obras de compañías consagradas o emergentes que tuvieron un paso exitoso por salas, ganándose el derecho de estar en el Festival.
Pero hay otros que no pasaron por eso para estar en el certamen. Obras que no tuvieron que demostrar su valía en el año porque, simplemente, gozan de una confianza ciega de los organizadores de la muestra. Es el apartado "Invitados especiales", en el que algunos directores tendrán el privilegio de estrenar sus nuevos montajes.
Entre ellos está Víctor Carrasco, quien hoy ofrecerá la primera función de "Las tres hermanas" (21:00 horas, Centro Mori Bellavista), la obra con que cierra una trilogía que comenzó con "Norte" (también en el certamen, dentro de lo mejor de 2008) y continuó con "Variaciones sobre la muerte", en septiembre.
"Recibo la invitación lleno de orgullo y entendiendo que hay un trabajo que los curadores de Santiago a Mil reconocen en mí y en el colectivo. En ese sentido, es también una retribución al trabajo, al esfuerzo artístico que he hecho durante bastantes años", dice el cerebro de teleseries como "El señor de la Querencia" e "Hijos del Monte".
Con la pieza de Anton Chéjov, Carrasco pondrá punto final a un desafío que implicó un año entero de producción teatral, en el que se embarcó tras percibir los puntos en común de las distintas obras.
"Hay una idea que cruza la trilogía, que tiene que ver con la búsqueda de un lugar añorado, ideal. En el caso de 'Las tres hermanas' ese lugar es Moscú, pero va más allá. Es el lugar donde ellas, simbólicamente, encontrarían la felicidad. Y Chéjov me parece un autor muy interesante por la complejidad de llevarlo a escena. Son obras que retratan a personas muy reconocibles, que permiten una identificación muy directa. Los personajes, aunque de época, plantean problemáticas totalmente aplicables a la vida de hoy", explica.
-Además del desafío artístico que significó y del tema en común que cruza a las obras de la trilogía, ¿crees que es recomendable para el público haber visto las tres en forma sucesiva?
-Hay algo que las cruza, no sólo las temáticas y la estética. Hay algo también en el trabajo actoral, en un sello que tiene que ver con mi trabajo y con respetar las individualidades de los actores. Yo también estoy, de algún modo, reafirmando la visión que tengo del teatro, y el colectivo que me acompaña contribuye a eso. Me parece interesante seguir la obra de un director y de un grupo de actores, la progresión, ver qué ha pasado con los contenidos, con la estética.
-Se ha dicho de "Las tres hermanas" que es una obra que carece de grandes sucesos, para centrarse en el reflejo de la personalidad humana. ¿Compartes esa descripción?
-Totalmente. Lo que pasa es que los grandes sucesos de la obra son las vicisitudes internas y la reflexión que estos personajes, especialmente las tres hermanas, realizan sobre su existencia. No es una obra de "conversación", sino una sobre la movilidad interior, que hace que los personajes estén resistiéndose a la agonía de dejar que la vida siga su curso y torcerle la mano al destino. En ese sentido, está llena de pequeños acontecimientos cotidianos que son los que a uno lo movilizan diariamente para generar cambios, pero también están las trabas para producir esos cambios, y que son las que hay que tratar de vencer. Y allí está también el boicot que uno mismo hace, para que los cambios no se realicen. Hay un doble discurso, en ese sentido.
-Y qué implicó en tu trabajo como director el tener que exaltar personalidades, más allá de la historia narrada...
-Yo creo que tiene que ver con la línea de trabajo que me interesa realizar, y que es lograr que los actores identifiquen primero qué elementos del texto les son propios, que dialoguen con él, y trabajar a partir de allí, de la biografía. Es también plantearse si es que existe "la verdad" en el teatro. Yo creo que existe una manera más personal de aproximarse a los textos, con elementos propios que los actores pueden poner al servicio de la obra para generar un diálogo. Eso es lo que me interesa. No construir tipos, sino acercar el texto a mi interioridad, para que de esa cruza aparezca algo interesante, reconocible, que permita que la gente pueda identificarse, más allá de la concepción estética.