EMOLTV

Circus

11 de Enero de 2009 | 12:33 |
imagen

Si nos situamos en los lugares más comunes, habría que partir diciendo que Circus tendría que ser para Britney Spears algo así como el disco del renacer, de la reconstrucción o del regreso, luego del viaje por los submundos de la conciencia y la inconciencia en que anduvo embarcada por una buena cantidad de tiempo. La misión, en el papel, había sido encargada inicialmente a Blackout, su álbum de 2007. Pero la gracia de esta clase de trabajos artísticos, por mucho que tengan cerebros ajenos al del rostro principal operando detrás, es que las distintas intenciones puestas en ellos suelen transpirar a través de las canciones y de las notas.

Está bien. Gran parte de lo que Britney Spears nos ha mostrado en su carrera suele obedecer a operaciones de mercadeo —de hecho, su catártica decadencia debe ser su momento más transparente—, pero no por eso deja de reflejar etapas. Así, vimos al experimento sub-18 llamado a despertar perversiones en Baby, one more time (1999), o la toma del mando como "princesa del pop" en Oops! I did it again (2000). Pero cuando se trabaja en esos niveles, algo de gracia también se encuentra en la capacidad de salirse de ciertos prototipos, y allí Blackout aparece algo más fallido. En plena crisis emocional, la cantante publicó un disco de perfil más soberbio y sexual, que devela cierto orgullo por la estelar marginalidad en que la intérprete se encontraba, más una cuota de maqueteada rebeldía. Circus, en cambio, no parece pujar por la apuesta obvia: Hay alusiones retrospectivas al período más oscuro de Spears, pero no se podría decir que éste es un álbum conceptual sobre el retorno.

Es, simplemente, el sexto disco de una cantante que solía fabricar verdaderos portaviones del pop, y que ahora intenta retomar el continuo interrumpido por sus devaneos psiquiátricos y narcóticos. Así aparece el pop sintético y sensual al que puso patente entre finales de los 90 y principios de los 2000, y que hoy encarna en canciones como "Womanizer" y "Circus", que recuperan la autoridad de viejos éxitos como "Stronger" y "Overprotected". Se trata de temas bailables, con una carga erótica que no extrapola sino hasta "Shattered glass" y "Kill the lights", que son de esa clase de canciones algo más perversas, que permitieron que Spears no sólo sonara en radios para púberes, sino también en céntricas discotecas de perfil under. Ayudó a ello su innegable vocalización cachonda, que lleva al extremo en "Mmm Papi", ubicada peligrosamente cerca de los límites con lo burdo.

Pero la alusión a sus momentos bajos, claramente, no puede faltar. La mencionada "Kill the lights" se adentra en su estrecha relación con los paparazzi, en una mirada retrospectiva que no alcanza la decisión y la desnudez de "Blur". Allí la cantante es clara: "No puedo recordar lo que hice anoche, tal vez no debería haberlo propiciado", dice sobre una base que se aproxima correctamente al R&B contemporáneo. Menos grave es la evidente mirada a su símil británico de las caídas, Amy Winehouse, sobre quien Spears pregunta si alguien la ha visto en "If U seek Amy". Eso sería todo, y bien que así sea. Sabemos que la realeza también sufre, y que la "princesa del pop" no escapa a ello, pero el lamento generalizado siempre termina por aburrir y por frenar los despegues. Uno se lo habría dicho a un amigo y, probablemente, también a la princesa Britney, si es que alguna vez nos lo hubiera preguntado.

—Sebastián Cerda

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?