Casi dos años de grabación, dificultada por varios giros de estilo y de cambios en el equipo de producción, convertían al tercer álbum de Franz Ferdinand en un candidato seguro a la oportunidad perdida. Tras tantos cambios de dirección, entrampamientos e indecisiones, el sucesor de You could have it so much better (2005) podía terminar siendo no sólo un disco parido con dolor, sino que una criatura a la que sólo se le sonriera por cortesía.
Tonight, en ese sentido, es un triunfo y una conquista: un disco mucho mejor de lo que esperábamos, pero, además, de una sorprendente inventiva. Como si los cuatro escoceses hubiesen sacado fuerzas de flaqueza, sus dudas se han convertido en este álbum en ideas fresquísimas, brillantes, ágiles. A la marcha acelerada de "Bite hard" y el inicio dub de "Ulysses" los une la misma disposición al baile, a partir de recursos nuevos para su discografía: teclados análogos, bajos marcados, percusión acelerada (se ha escrito que el pulso de "Kiss me" lo marca el golpe con un ¡esqueleto!).
El cantante Alex Kapranos -qué voz seductora la suya- ha hablado de la influencia fresca del electro, del afrobeat y del rock de garage, pero lo evidente al oído es, sobre todo, el cruce pop que caracterizó a los años '70, entendiendo en éste el ingenio del disco, el humor electrónico de Kraftwerk y el art-pop tipo Roxy Music. Se escapa de la norma, sólo al final, la elegante balada "Katherine, kiss me" (a pura guitarra, piano y voz), perla del mismo romanticismo sarcástico que antes nos conquistó en "Michael" o "Darts of pleasure". Una cita con Franz Ferdinand era, antes, conquista sofisticada; hoy se parece más a una noche de juerga entre dos a la que sólo un puritano se resistiría.
—Marisol García