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All hope is gone

19 de Enero de 2009 | 11:56 |
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La aparición de Slipknot en el mapamundi del rock mundial significó una relación extraña entre lo que acontecía en ese instante (pleno auge del “nü metal") y el sonido que estas nueve bestias demostraban arriba del escenario. Los de la localidad de Des Moines, en Texas, eran mucho más tributarios de agrupaciones clásicas del estilo tipo Pantera o Slayer que la, ya en ese entonces, manoseada fórmula de mezclara hip-hop con bajas afinaciones, letras depresivas absolutas y millonarias producciones audiovisuales. En efecto, el primer video de la banda que se conoció fue una toma en vivo con los nueve integrantes saltando como posesos, una postal de lo que se vendría después.

La nueva entrega de la banda los muestra en una cómoda situación luego de sobrevivir al paso del tiempo. En efecto, son pocos los conjuntos de la “época dorada” del “nü metal” que estén sonando actualmente y Slipknot, erróneamente incluidos dentro de ese catálogo, es uno de ellos. Con su All hope is gone, el conjunto continúa su ascenso en cuanto a la composición de atmósferas y, asimismo, su tradicional beat heredero de la mejor tradición del metal norteamericano. Ese maridaje un tanto extraño es la herencia de Slipknot: su afán de experimentar dentro de un género un tanto reacio a expandir sus fronteras.

Por lo mismo no sorprende la presencia de cortes en clave metal como el potente inicio "Gematria (the killing name)", con textos totalmente corrosivos contra Estados Unidos, o la acústica "Snuff", en la que los gritos, la distorsión y el doble bombo se reemplazan por una voz limpia, cuerdas suaves y teclados, en una clásica “power ballad”. Y también se da la vertiente metalera más clásica con canciones como “All hope is gone” o “Vendetta”, en la que los componentes tradicionales (guitarras aceleradas, solos chillones, base de doble bombo y voz gutural) se ven enriquecidos con pequeños pero decidores acompañamientos electrónicos.

En líneas generales, la nueva entrega de Slipknot los posiciona como una de las agrupaciones con mayor altura de miras dentro del rock internacional. Ellos, bajo el amparo de máscaras y una imaginería digna del maestro Alice Cooper y un sonido totalmente demoledor, dejan en claro que sus caminos son propios y no obedecen a moda alguna porque, más que “sobrevivientes”, con su nuevo trabajo pueden ser llamados con propiedad “referentes” de una nueva generación de músicos más extremos.

—Felipe Kraljevich M

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