Ernesto Holman en su refugio en El Arrayán. Allí compone sus discos de inspiración mapuche.
El MercurioSANTIAGO.- Fue en noviembre pasado cuando se produjo la primera reunión cumbre de bajistas eléctricos "activos" (concepto que apunta al tipo de rendimiento de sus instrumentos de seis y cinco cuerdas) en Matucana 100. Los mismos nombres llegan esta semana al Club de Jazz de Ñuñoa para reeditar el peculiar concierto.
Son Ernesto Holman, Jorge Campos y Christian Gálvez, tres ejemplares de referencia de épocas distintas en la música de fusión chilena y quienes ciertamente han sido actores protagónicos en el paso del bajo eléctrico desde posiciones de apoyo a la primera ubicación de un escenario.
Este viernes, Holman, Campos y Gálvez se unen en el escenario del club que acaba de cumplir los 65 años de conciertos sin interrupciones. Un espectáculo de características especiales, pues se trata de tres bajos juntos: una banda completa de solistas. A partir de las 22:30 horas en José Pedro Alessandri 85 (entradas a $3.000 y $2.000 estudiantes).
Holman, Campos y Gálvez encabezan tres generaciones de solistas que profundizaron en el sonido progresivo, rockero, jazzístico y de fusión y además todos han incursionado en la investigación y experimentación de sonoridades y ritmos en sus propios proyectos.
El maestro y pionero
Ernesto Holman es el primero de los grandes bajistas eléctricos de los años '70 en Chile y precursor de una escuela. Poco antes había aparecido Enrique Luna, músico de origen peruano que vivió en Chile y que fundó en 1972 el grupo Fusión, pero después del golpe de Estado debió abandonar el país. Su influencia no fue tan directa como la de Holman.
El viñamarino llegó a poner su nombre y su precisión creativa a Santiago en 1980, cuando se incorporó al grupo Congreso y en ese período que concluyó en 1984 marcó a la banda a través de los discos Viaje por la cresta del mundo (1981, que también hizo debutar en Congreso a Joe Vasconcellos), Ha llegado carta (1983) y Pájaros de arcilla (1984).
Su último disco solista fue editado a fines de 2008 bajo el título Mari tripantu... (diez años...), editado por el sello Chile Profundo y donde Holman continúa su búsqueda en la inspiración mapuche que lo llevó a grabar antes los discos Ñamco (2003) y Al vuelo del ñamco (2005).
Jorge Campos le sigue en la misma ruta como músico de Congreso, aunque ya no en una línea progresiva sino más bien pop y fusión contemporánea. Campos, que venía del grupo Santiago del Nuevo Extremo y sólo dos años antes había fundado el grupo Fulano, se unió a Congreso para el disco Estoy que me muero (1986) y ahí se quedó por 20 años.
Su bajo se puede escuchar en discos de los '90 como Aire puro (1990), Los fuegos del hielo (1992), Pichanga (1992) o Por amor al viento (1997). Hoy lidera ensambles experimentales que consideran dos bajos, tornamesas y batería. Hoy está a punto de editar su primera antología de canciones bajo el título Campos de Chile.
Jazz imaginario
El más joven del trío de figuras del bajo eléctrico es Christian Gálvez, quien proviene del ámbito del jazz fusión. Apareció con 18 años en el segundo quinteto de Cristián Cuturrufo en 1996 y desde entonces su nombre ha figurado en diversas agrupaciones.
Se lanzó como líder en 2000 con el disco Christian Gálvez y ha seguido una escalada progresiva un amplio currículum como sideman de músicos de jazz, sesionista en vivo y en estudio de músicos de pop, la creación del sello Pez Records y la edición de álbumes personales entre los que sobresalen Dinámica solista (2004), América luz (2006) e Imaginario (2007).