Camiroaga y Onetto se robaron los aplausos tras llegar en un Dodge Viper rojo al Casino de Viña del Mar.
Tomás Fernández, El Mercurio.VIÑA DEL MAR.- Quisieron darle el glamour y la espectacularidad que merece la gala de los 50 años del Festival de Viña del Mar y, en cierto modo, los organizadores lo consiguieron. Pero no fue gratis.
Una distancia sideral entre el público y los artistas (cerca de 80 metros), un tránsito incorruptible de éstos por las afueras del Casino y el saludo desde una tarima en la entrada del Hotel del Mar, quitaron todo el elemento festivo y la pequeña cuota de familiaridad que ha tenido la gala desde sus inicios.
Incluso, la ubicación de los reporteros gráficos, formando una verdadera muralla entre el lejano público y la tarima de los artistas, terminó por configurar un panorama excesivamente aséptico y distante, que provocó sonoros reclamos de los curiosos desde el otro lado del acordonado, en avenida Perú.
Un panorama que, afortunadamente, algunos se atrevieron a alterar, como Sergio Lagos, Fernanda Hansen y Diana Bolocco, quienes se bajaron antes de sus vehículos y estrecharon algunas manos a través de las vallas de seguridad.
Benjamín Vicuña también lo hizo, y agregó a ello un beso al estilo "MTV Awards" que se dio en la tarima con su pareja, Carolina "Pampita" Ardohain, que los presentes de todos modos celebraron, gracias a las bondades de la impersonal pantalla gigante.
Pero, sin dudas, quienes más lejos llegaron en este plano fueron los propios animadores del certamen, Felipe Camiroaga y Soledad Onetto. La pareja llegó en un vistoso Dodge Viper deportivo, de intenso color rojo, con dos líneas plateadas que lo atravesaban de extremo a extremo, y con Camiroaga al volante. El conductor de "Buenos Días a Todos" dio sonoras aceleradas al vehículo, para luego detenerlo delante de las vallas y saludar personalmente al público.
Obviamente, se robaron todos los aplausos, ránking en el que fueron seguidos de cerca por figuras como Tonka Tomicic, Benjamín Vicuña y Carolina Ardohain, además del empresario Leonardo Farkas, a quien esta vez no le gritaron la tradicional proclama de sus apariciones públicas durante 2008 ("se siente, se siente, Farkas presidente").
El resto fue para la guerra de trajes, donde el Valentino negro de Soledad Onetto ganó buenos comentarios por su sencillez y elegancia. Más miradas, en tanto, robaron Catherine Fulop (quien manifestó ganas de ser reina del Festival) y "Pampita", ambas vestidas por Las Oreiro, con trajes azul y rojo, respectivamente, que resaltaban sus espectaculares figuras.