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KC conquistó al público con su calculada fiesta

Pese al sobrepeso y la voz jadeante de Harry Casey, la banda comprobó la efectividad de un espectáculo pensado para los casinos y "espacios riescos" del mundo. O para los festivales de Viña del Mar.

25 de Febrero de 2009 | 02:55 | Sebastián Cerda, enviado especial a Viña del Mar
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Harry Casey, jadeante y fuera de forma, igual se las arregla como maestro de ceremonias.

EFE

VIÑA DEL MAR.- En los últimos años, la estructura de las noches en Viña se asemeja claramente a la de un concierto en una discoteca: Primero, la contemplación de las bandas en vivo y, luego, el permiso para el desorden y la fiesta por lo que queda de noche.

No está mal, sobre todo cuando el invitado del cierre sobrepasa ese rol -y a veces ni se entera del mismo- para que no sea más que un valor agregado en su espectáculo. Pero en otras pareciera que se lo tomaran en serio, y el show, aunque muy efectivo, toma cierto sabor a música envasada.

Algo así debe ser lo que sucede con KC & The Sunshine Band, dueños de un espectáculo que parece pensado para los casinos y para todas las fiestas que se realizan en los "espacios riescos" del mundo: Correcto, prolijo, sin novedad y, sobre todo, muy efectivo.

Si no, que lo diga el público de Viña, que desde pasadas la 01:30 de la madrugada se entregó al embrujo bailable de los temas compuestos hace 30 años por un veinteañero Harry Casey, hoy devenido en un hombre casi sexagenario, grueso y totalmente fuera de forma, pero no menos falto de ganas (una combinación que inevitablemente trae a la memoria al actual Luis Dimas).

Pero esos son simples detalles para miles reunidos en ánimo de pasarlo bien, función a la que tres décadas después, temas como "Shake your bootie", "Boggie shoes" o "I'm your boogie man" continúan contribuyendo de modo casi infalible.

Más aún cuando al empleador lo acompañan rigurosos empleados, reunidos en una agrupación de doce músicos perfectamente ensamblados que aún se hacen llamar The Sunshine Band. Un conjunto que bien recubre la voz gastada y jadeante de Casey, cuya vocación de showman -que lo hace lucir brillantes vestuarios sin el más mínimo temor al ridículo- también la valió le simpatía del público, gracias a recurrentes intervenciones alusivas a su edad ("mírenme: así lucirá Justin Timberlake en  30 años más"), sus primeras visitas a Viña, e incluso un saludo personalizado a Leonardo Farkas, recién iniciado el show.

Cuestionamientos más o menos, al final son pocos los que se deciden a pasarlo mal así. El sobrepeso, los descansos instrumentales y los antiestéticos bailes, pueden pasar a un completo segundo plano en esta verdadera "parrillada funk". Un plato de parranda que el público consumió con ganas, y que premió con dos antorchas y una Gaviota de Plata.