Tras su paso por Viña, Carlos Santana se olvidó de la guitarra y se centró en entregar unas palabras sobre la armonía de las naciones.
AFPVIÑA DEL MAR.- Los dolores de cabeza que provocó Carlos Santana a la producción del Festival sólo se acabaron una vez que se desenchufaron los instrumentos de su megabanda.
El músico hizo valer su estatus de estrella. Antes de salir a escena, no dio conferencias y pidió una hora y medio de música sin interrupciones. Tampoco quería salir después de una obertura porque necesitaba todo el escenario para sus músicos. Ni siquiera había mostrado interés en los premios del certamen: las antorchas y la gaviota.
Con esto se había ganado la imagen de un tipo complicado. Sin embargo, la cita con los periodistas tras su aplaudido show, cambió la percepción.
Amable, el mexicano respondió todas las preguntas, con un discurso que giró en torno a la paz mundial. “Quiero decir que para mí es un honor venir a esta tierra, Latinoamérica, e invito a todos mis hermanos y hermanos a que nos queramos más”, abrió Santana. También pidió vivir con menos miedo, más unión y más luz.
“Como ganó Barack Obama (las elecciones presidenciales en EE.UU.), mis hermanos afroamericanos ya tiene más poder, más voz”, señaló. “Pero la gente que trabaja más duro, son los latinos; los que limpian excusados, que lavan platos; jardineros; los que cambian las camas. Pero somos invisibles. Tuvimos un poco de voz cuando llegó Ricky Martín, Santana y Gloria Stefan”.
Para explicar mejor esta idea, el guitarrista se explayó: “Lo que pasa es que es importante que invirtamos nosotros, los latinos, en educación. Porque entre más educación hay, la gente puede valorizarse más y hay menos violencia. En mi opinión, no más hay amor y luz, que es lo mismo, y el miedo. El miedo es muy caro, sino pregúntenle a George Bush cuánto ha pagado por el miedo, you known”.
Antes de despedirse, la leyenda del rock dijo que encontró que Chile tenía más luz “desde que se fue Pinocho (sic)” y que le encantaban el vino y las mujeres nacionales.