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Crítica musical: Noche predecible, casi aburrida en la Quinta Vergara

El pop romántico y el reggaeton se tomaron la noche, dejando de lado el único espacio para el riesgo y la exigencia cancionero: la competencia folklórica.

28 de Febrero de 2009 | 08:10 | J.C. Ramírez Figueroa, El Mercurio Online






Noche predecible


SANTIAGO.- Anoche, por más que Soledad Onetto se esforzara en destacar las escaladas de Luis Fonsi en el Billboard y otros rankings por el estilo, y que luego, el cantante mojara la camiseta con “No me doy por vencido” (con mensajes de paz y amor incluidos) no hay nada que hacerle al Festival de Viña del Mar. Si en algún momento fue importante, celebrar sus cincuenta años de esta manera, demuestra todo lo contrario.


Si, porque aunque Santana, Roger Hodgson y, sobretodo, Simply Red hayan estado impecables (imagínense si hubiese sido en 1992, presentado el disco Stars), está claro que Viña es un remanente del aislamiento y miserias de décadas anteriores. El “monstruo”, las antorchas o gaviotas, la presentación del jurado, los animadores tratando de decir algo ocurrente; todo nos recuerda cuando las giras mundiales no pasaban por Chile, cuando juntarse a ver el festival era realmente un panorama, cuando grabábamos canciones de la radio.


En este contexto, Fonsi simplemente debió atacar con sentidos hits tipo “No te cambio por ninguna” o “Nada es para siempre” para echarse al público al bolsillo. Canciones que, como todo su repertorio, utilizan (y abusan) de las melodías básicos y probadas del “pop latino”. Estribillos predecibles, excesivo lucimiento vocal, letras infantiles. Fonsi, conoce los códigos y ni por un momento se arriesga a abandonarlos, a diferencia de Juanes o, ya que estamos en esto, Shakira. Su banda de apoyo a ratos se disparaba con solos de guitarras o redobles de batería, pero bastaba que Fonsi impusiera su característico vibrato para que la cosa no se desbandara. La mejor canción, quizá fue “Por una mujer”, la última. Un power pop con sintetizadores y cuyas ideas podría aprovecharlas en otras canciones El público en éxtasis.


Luego, un par de mensajes elementales “porque hay que abrazar la vida, todos los días, mi gente... ¿están listos para gozar conmigo Viña?” y estamos listos para los premios, que este año se entregan sin siquiera sobreactuar el suspenso. Pero si Viña es un show televisivo y la producción se ha encargado de recordarnos momentos “cumbre” desde Bigote Arrocet a Los Prisioneros, de Police a Faith No More; ¿donde están esos instantes ahora? Es lo mínimo que uno pide en un recital: que al artista sorprenda, conmueva, tenga canciones arriba del promedio.


Algo de eso se encuentra en las competencias, especialmente la folklórica. “Cuecas al sol” de Isabel Parra ganó la Lira de Oro como mejor canción y su intérprete la Gaviota de Plata. Una demostración que la música de raíz nunca ha dejado de ser música popular.”Bailando con tu sombra, Alelí” (Argentina), de Victor Heredia, interpretada por Gavino Fernández era emocionante y bien estructurada. Incluso, “Me duele el alma” (Colombia) a pesar de ciertos desajustes al principio, derrochaba más recursos que la mayoría de los éxitos del bueno de Fonsi.


Sin embargo, Don Francisco nos hizo volver a la realidad. Si, porque el animador presentó desde una pantalla gigante a Daddy Yankee como “el rey del reggaeton”. El reggaetonero sube canchero y junto con ese extraño sonido de bocinas, comienza la locura absoluta. “Llegó el jefe, empezó la rumba”, dijo, mientras en el foro de TVN, los comentarios iban por el lado de “cuantos embarazos habrá esta noche”.


Es difícil analizar el reggaeton, sobretodo porque es difícil entender como pasó de “ritmo del verano” a volverse casi una “cultura”. Porque más que música, lo que hace Daddy Yankee es “ritmo”. Así como el hip hop se hizo grande cuando pasó de lo percusivo a lo musical, los mejores momentos de Yankee es cuando hay melodías coomo en “Lo que pasó, pasó” o guiños como los sintetizadores ochenteros en “Pose”.


Además, el reggaeton tiene mucho de parodia y de juego. Es un estilo de pocos recursos que apela al humor y a lo sexual para divertir. Y la gente lo entendía, perreaba y obedecía al cantante cuando les ordenaba iluminar con los celulares o se emocionaba con la demagogia de “Somos de calle”.


Esta liviandad, redime al autor de “La Gasolina”, pero en ningún momento despeja las dudas sobre la imposiblidad del reggaeton como “música” ni del Festival como evento. La rudeza de Yankee y lo cursi de Fonsi, simplemente preparan el terreno para la noche de hoy. Lo realmente sorprendente, a juzgar por los posteos, recriminaciones o ensayos sociológicos del Festival, es que nos siga importando tanto. Ése es el problema.

Noche redonda
Noche meritoria
Noche predecible
Noche aburrida
Noche olvidable

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