Marc Anthony, la gran estrella que vino a salvar el honor en el 50° aniversario, y cuya presentación quedará archivada entre lo mejor del Festival.
Cristián Carvallo, El MercurioNi tanto ni tan poco
No brillaron ni se ubicaron como la pareja perfecta e imprescindible del certamen, pero al menos manejaron la situación en los 50 años de Festival. Soledad Onetto y Felipe Camiroaga tuvieron un desempeño irregular, marcado por los desequilibrios y los chispazos de una altura mayor. A diferencia del ánimo imperante tras el Festival de 2007, con Sergio Lagos y Tonka Tomicic, que los rostros de esta edición continúen para una siguiente no asoma como algo seguro.
Una reina de verdad
En 2008 la elección de la reina del Festival simplemente tocó fondo: Tras abrir las puertas a los programas de televisión, cinco años atrás con la coronación de María Eugenia Larraín, el engendro fue cobrando vida propia hasta culminar con la elección de una absoluta desconocida, la polémica colombiana Pilar Ruiz Dufay. Tantas fueron las voces que se levantaron tras su coronación que hubo que reescribir las normas, y aunque así y todo hubo candidaturas inexplicables (como la de Nicole Pérez en la piel de "Jennifer's") las aguas volvieron a su cauce con la elección de la venezolana Catherine Fulop: Plenamente integrada al certamen desde su rol de jurado y muy amable con la prensa, que es lo que la corona buscaba premiar en su origen.
Simplemente
El grupo del colorín Mick Hucknall ya parecía el capricho de la comisión organizadora, que intentó traerlo en 2006, pero fracasó cuando el nombre del grupo ya había sido anunciado. Por eso no fue mucho el entusiasmo ni la fe que Simply Red despertó en su anuncio, pero todos los prejuicios se derribaron con su actuación del jueves 26: Elegante, precisa, prolija e impecable. En resumen, la mejor de este Festival.
Se fue
En 2004 no pudo despedirse, pero esta vez, en los 50 años, sí lo hizo. Antonio Vodanovic, el más insigne rostro del Festival, cerró para siempre la puerta del evento, luego de 29 años como animador. "No me olviden, que yo nunca los olvidaré", dijo emocionado. El público respondió con sonoros aplausos, le regaló una antorcha y permitió que esta despedida formara parte de uno de los momentos más emotivos del 50° Festival.
El perreo no para
Iba a ser el ritmo de moda durante una temporada, pero se quedó más tiempo del que cualquiera hubiera imaginado. En este Festival de los 50 años, el reggaetón también celebró cuatro ediciones al hilo como número inamovible de la parrilla, y cada vez parece más firme. No importa si son números de corto alcance, como RKM & Ken-Y, o espectáculos de envergadura, como el ofrecido por Daddy Yankee. El "perreo" de todos modos ofrece una efectividad a toda prueba en la Quinta Vergara, donde el público ya no son los simples enfiestados de antaño: Ahora son auténticos devotos.
La excepción
Ya es habitual en el Festival que los platillos servidos arriba de la mesa sean de fácil ingesta, pero el mexicano Carlos Santana probó que con recetas más elaboradas también se puede conquistar al "monstruo" y ofrecer shows de calidad. Consideraciones aparte, el guitarrista finalmente hizo lo que quiso: Punteos eternos, canciones de larga duración, cantos aislados. O sea, todo lo que un opinólogo promedio recomendaría no hacer en Viña.
Peligro
Hubo dos momentos en que la Quinta Vergara mostró riesgo de desborde, situación en que los animadores son los que suelen llevarse la peor parte. Fue tras las actuaciones de Fernando Ubiergo y Simply Red, cuyo retiro del escenario el público simplemente no aceptó, lo que requirió de un inusitado despliegue de recursos, argumentos y hasta súplicas por parte de Felipe Camiroaga y Soledad Onetto, para que las manifestaciones no terminaran en debacle.
Estrella
Se transformó prácticamente en una obsesión de la comisión organizadora, que buscó sí o sí tenerlo para salvar el honor de los 50 años de Festival. Y en parte resultó, porque tras un certamen de desarrollo irregular, que incluso abrió su puerta a fiascos garantizados como el de Leonardo Farkas, el show de Marc Anthony le regaló altura, clase y emoción a Viña del Mar. El puertorriqueño, está claro, es un fenómeno generalizado en Chile, y que para bien del certamen pudo escribir también allí un capítulo de este irrefrenable romance.
Sin pena ni gloria
En Viña existen la gloria y el fracaso, pero también esa zona intermedia en que se ubican las presentaciones que nadie recordará. Una delantera que llevan el italiano Paolo Meneguzzi y los humoristas chilenos Manpoval, quienes ofrecieron números insípidos, de pocos méritos aparentes y, finalmente, irrelevantes.
A lo ricachón
Quiso hacer un permanente número aparte y de alguna manera lo logró. Leonardo Farkas no sólo consiguió estar en boca de todos gracias a la inexistente calidad de una de las presentaciones más inentedibles que el Festival recuerde en toda su historia. Sus efusivas manifestaciones desde la silla del jurado, los sandwiches regalados y la polémica fiesta para la prensa, dieron más que suficiente material a los comentaristas.