MADRID.- El periodista estadounidense Michael Greenberg narró su íntima experiencia con la enfermedad bipolar de su hija en un libro, "Hacia el amanecer", para compartir su soledad ante "ese misterio que se despertó en Sally como un volcán, de pronto, a sus 15 años, y que reside en la naturaleza humana".
"Ante un trastorno así, todos nos sentimos impotentes y culpables, pero nadie lo es, pues es parte de lo que somos, aunque no lo miremos ni lo examinemos. Hay mucho que aprender en los desórdenes mentales que han estado con nosotros desde los primeros días de la vida humana", declaró Greenberg en la presentación de su libro en Madrid.
El periodista explicó que esta enigmática enfermedad, que ya existía entre los antiguos griegos, se da en el mismo porcentaje en cualquier población del mundo, desde Manhattan a Madrid o Papúa Nueva Guinea. "No es social, ni ambiental, surge sencillamente, envuelta en misterio".
Greenberg, que reside en Nueva York, pasó, a los 18 años, un tiempo en Argentina, donde se definió su profesión de periodista y aprendió a hablar español. Como guionista trabajó con el realizador Sergio Castillo y los directores Rudy Wurlitzer y David Atkins, y con el fotógrafo Robert Frank, padre también de un hijo esquizofrénico.
Su libro tendrá película, dirigida por una mujer "de gran sensibilidad", comentó."Hacia el amanecer" llega precedido de un éxito de ventas y crítica en EEUU. Elegido por la revista Time como uno de los 10 mejores títulos de no ficción, Amazon lo distinguió como el segundo mejor libro de 2008.
Sally sufrió una crisis maniaca el 5 de julio de 1996. Ese día "mi hija se volvió loca y su desmoronamiento marcó un momento crucial en la vida de ambos", relata Greenberg al comienzo del libro.
"De la noche a la mañana, nos habíamos convertido en unos extraños", añade sobre esa soledad que vivió y que, según confiesa, le impulsó a esta tarea "muy difícil", y es que -dice- "hay mucha publicidad de crímenes psicóticos y se escucha poco su sensibilidad".
Hoy, con 27 años, Sally lleva una vida activa en el estado de Vermont. Antes de escribir el libro su padre le preguntó y "ella, con gran coraje, lo aceptó". Al acabarlo se lo entregó "muy ansioso" por temor a que pudiera causarle algún daño. Lo leyó rápido. "Me pareció -le dijo- que leía la vida de otra chica de 15 años que estaba en el infierno y era la única en no saberlo".
Hoy confesó que contarlo ha sido una experiencia de catarsis, aunque no era lo que buscaba."Si decidí publicar algo tan íntimo fue porque no había que esconderlo como si fuera una vergüenza. Quise ayudar a las familias que tienen cerca la locura, a vivir su soledad", señaló.