Auguste Rodin (1840-1917) La Oración, 1909.
Musée Rodin, photo Bruno Jarret
PARIS.- Hay pocos artistas que generen tanto amor y odio a la vez como el escultor Auguste Rodin. Bajo el título de "¿Olvidar a Rodin? La escultura en París 1905-1914", el Museo de Orsay de la capital francesa exhibe a partir de hoy 130 obras, la mayoría esculturas, de más de 30 artistas que admiraban tanto como despreciaban al maestro de la escultura.
"Odio a Rodin, que estaba de moda. Sus esculturas recuerdan a papel maché sobre un pedestal, sobre el que aparece el cadáver de Pompeya retorcido", afirmó el ucranio-estadounidense Alexander Archipenko (1887-1964).
En el centro de la muestra, hasta el 31 de mayo, está la superación de la influencia de Rodin. Luego irá a Madrid, del 23 de junio al 4 de octubre.
El provocador títuloEl provocador título refleja a principios del siglo XX lo que resumió el poeta y crítico de arte francés André Salmon: "Durante casi diez años los infelices nuevos escultores se han dedicado en cuerpo y alma a su revolución: la destrucción, la negación de Rodin".
Y así, la exposición refleja en una presentación muy lograda y mediante muchas obras clave cómo la joven generación de artistas se apartó de la sombra del maestro y buscó nuevos principios formales.
El inicio lo forman obras de Henri Matisse, Pablo Picasso y Julio González, la siguiente generación a la de Rodin. El Rodin expresivo y fragmentario se refleja muy bellamente en los "siervos" de Matisse de los años 1900-1903. Rodin se opuso a los estáticos ideales de belleza y creó figuras curvas y torcidas. "Lo feo es bello", era el credo del artista, que impuso lo fragmentario de forma consciente como el medio de mayor expresividad.
Con Constantin Brancusi, Aristide Maillol o Joseph Bernard los cuerpos humanos vuelven a ser más lisos y elegantes. El artista Maurice Denis calificó el estilo de las esculturas femeninas en general exuberantes de Maillol como "clasisista primitivo". También Brancusi creaba formas sencillas y estilizadas. Junto con Ossip Zadkine era uno de los críticos más duros de Rodin.
La última parte de la muestra está dedicada en exclusiva al alemán Wilhelm Lehmbruck, el representante más destacado de la modernidad clásica en su país, quien se estableció en 1910 en París, donde vivió hasta el comienzo de la guerra en 1914. En 1919 se suicidó.
Lehmbruck utilizó al principio el grupo escultórico "Las puertas del infierno" de Rodin para enfrentarse a su estilo. La mayoría de las obras expuestas de este artista muestran a mujeres y hombres en sufrimiento, alargadas y sin rasgos individuales en los rostros.
Internet:
www.musee-orsay.fr