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It's blitz

16 de Marzo de 2009 | 14:12 |
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Incluso más que el brillo de sus riffs, ha sido la energía de un neo-punk urdido en clave introspectiva (estas canciones nacen antes de una rebelión interna que de un hastío social) lo que ha distinguido a Yeah Yeah Yeahs desde que Fever to tell (2003) ubicó su nombre en el primer turno del nuevo enjuage del indie estadounidense. De Brooklyn al mundo, la voz de Karen O -lo más cerca que ha dado nuestra época al brío ochentero de Chrissie Hynde- se impuso como líder enérgica de un power trío con disposición a comerse la Costa Este del Atlántico de una mascada, pero también de una cierta fragilidad emocional con la que era fácil empatizar y conmoverse. Si se toma en cuenta esa carga sentimental, It's blitz es un álbum coherente con su identidad y su pasado, pese a que la furia eléctrica ha dado paso esta vez a ambientaciones de mayor sustento en el teclado y las secuencias que en la guitarra. Sólo los más literales lo llamarán "reinvención".

Similar mutación tuvo hace poco Franz Ferdinand en el disco Tonight. Acaso sean las ganas de bailar, acaso el rock de puras guitarras es un sonido restrictivo para oídos criados con la electrónica a la mano y la new-wave en el inconsciente. Como sea, es mejor pensar en It's blitz como el resultado de una amplitud de estados de ánimo, referentes y recursos, siempre desde esa misma inasible actitud a través de la cual Yeah Yeah Yeahs transmite urgencia y saludable fiereza. Con sus introducciones largas y secuencias monocordes, temas como "Runaway" o "Skeletons" podrán parecer los de una banda muy diferente a la que antes nos cantó "Date with the night". Pero lo que distingue a un sonido siempre ha sido más que la suma de sus arreglos. En su disco más ambiental y calmo hasta ahora, Yeah Yeah Yeahs sigue sonando a punk.

—Marisol García

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