LONDRES.- Jade Goody, una ex asistente dental cuyos días finales fueron seguidos de cerca por los medios igual que sus apariciones en "reality shows" de televisión, falleció de cáncer cervical hoy, informó la prensa británica.
Goody, de 27 años y madre de dos niños, quien contrajo matrimonio con su novio en una ceremonia televisada el mes pasado, murió mientras dormía en su hogar de Essex, al sur de Inglaterra.
"Jade murió a las 03.55 esta mañana", dijo su madre Jackiey Budden a los reporteros apostados fuera de la casa. "La familia y los amigos quisieran privacidad por fin", añadió.
Por reportar cada detalle de su fallida lucha contra la enfermedad, los periódicos, revistas de chismes y cadenas de televisión han sido acusadas de estar obsesionados con alguien que es famoso por poco más que ser famoso.
Incluso hasta el primer ministro británico, Gordon Brown, fue consultado sobre la situación de la joven en semanas recientes.
Goody saltó a la fama en 2002 al aparecer en "Gran Hermano", un reality show en el que se encierra a gente en una casa y se televisa cada uno de sus movimientos.
Inicialmente ridiculizada por su aparente falta de cultura y educación -creía que Saddam Hussein era un boxeador y que un hurón era un pájaro- y criticada por su comportamiento hacia sus compañeros, la joven gradualmente se ganó al público por su estilo directo.
Goody se convirtió en una regular de las revistas de cotilleo, escribió una autobiografía y lanzó su propio perfume, pero su popularidad se fue a pique en 2007 debido a comentarios racistas contra su compañera india en la casa de "Gran Hermano de Celebridades".
Fue durante su participación en la versión india de Gran Hermano, en agosto del año pasado, que supo que sufría de cáncer cervical. Dejó el programa para regresar a Gran Bretaña y tratar la enfermedad.
Pero en febrero, los médicos le dijeron que el cáncer se había extendido hacia el hígado, la ingle y el intestino y que era terminal.
La joven se casó con su novio Tweed, un ex convicto, el 22 de febrero en un hotel al noreste de Londres. Los derechos de las fotografías e imágenes fueron vendidos por un millón de libras (1,4 millones de dólares).
La decisión de la joven de morir ante las cámaras, para recaudar todo el dinero posible para sus hijos y concientizar al público sobre el cáncer cervical, le devolvió su popularidad.