En una escena de la película "Reing over me" (2007), Charlie Finemann (Adam Sandler) se sienta a tocar en batería encima del vinilo The river (1980) de Bruce Springteen. El personaje interpretado por Sandler había perdido a toda su familia en el 11/9 y la música de The Boss era su única conexión con el pasado. Los discos de Springsteen han pegado fuerte en el imaginario colectivo estadounidense. Sin embargo en el mundo latinoamericano, a excepción de España, "El Jefe" todavía es visto como un songwriter republicano (después de todo aun no se le perdona "Born in the U.S.A.", convertido en himno de la presidencia de Ronald Reagan"). En su país, en cambio, es el único "nuevo Bob Dylan" que se zafó de la etiqueta para correr solo.
Pero Working on a dream es una gran oportunidad para acercarse al mejor Bruce Springsteen. Desde la curiosa "Outlaw Pete", denunciada como plagio al "I was made for lovin' you" (las líneas vocales son iguales), es imposible detener este disco en el reproductor. "My lucky day" suena como esos clásicos de los '70, con su voz con reverberancia rockabilly, un solo de saxofón y el ritmo casi postpunk. "Working on a dream" y "Queen of the supermarket" son lecciones de elegancia y economía de recursos para la generación alt-country liderada por el gran Ryan Adams.
Springsteen se pasea con maestría por el rock y la raíz americana, demostrando que es el eslabón entre Dylan y el sonido college de Replacements y de R.E.M. "Life itself" podría haber sido compuesta por Michael Stipe. En tiempos en que la calidad de las canciones hacen pensar que el mejor soporte es el EP de cuatro o cinco canciones, Worning on a dream es un ejemplo de clasicismo: "Surprise, surprise", "The last carnival" y el bonus "The wrestler" son casi perfectas. Hay que aceptar que a veces un estadounidense sabe más de tu vida, que cualquier banda que canta en tu idioma natal.
—JC Ramírez Figueroa