La distinción recibida por Marsé es la más prestigiosa entregada en España.
Reuters
ALCALA DE HENARES.- El escritor Juan Marsé recibió el jueves el premio Cervantes de literatura española de manos del rey Juan Carlos en un acto solemne en el que el autor catalán evocó su infancia en Barcelona, el nacimiento de su pasión literaria y el drama de los años de dictadura de Francisco Franco.
Vestidos con un impecable chaqué, como manda la tradición, el monarca entregó a Marsé la distinción más prestigiosa de las letras españolas en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, ciudad natal de Miguel de Cervantes, concretamente en el interior del bello paraninfo renacentista de su universidad, una de las joyas mejor conservadas de la arquitectura española del siglo XVI.
En su discurso de aceptación, Marsé viajó a lo más profundo de sus recuerdos de juventud para dibujar los hitos que forjaron su vocación literaria. Un relato plagado de referencias a la imaginación, en el que intercaló su visión de la decadencia de Barcelona en la época posterior a la guerra civil española (1936-1939) y el sufrimiento de los perdedores sometidos al control de la dictadura del general Francisco Franco.
Marsé, de 76 años, inició sus palabras con una larga lista de agradecimientos a sus más allegados y también para su predecesor en el premio, el poeta argentino Juan Gelman. "Siento como si la poesía me tendiera la mano", expresó. "La verdad es que yo nunca me vi donde ustedes me ven ahora".
El escritor de obras tan celebradas como "últimas tardes con Teresa", "Si te dicen que caí" y "La oscura historia de la prima Montse", entre otras, rebuscó en el laberinto de su memoria para rescatar el retrato de la sociedad española de posguerra tan presente en sus libros.
Habló de su padre, encarcelado por Franco; de la censura, el peso de la religión o de como su familia se dedicaba a quemar libros para que la policía del régimen no pudiera detenerles por sus ideas.
Marsé dejó claro que nadie puede apropiarse de esa memoria colectiva del país que, dijo, para muchas personas sigue produciendo dolor.
"Sabemos que el olvido y la desmemoria forman parte de la estrategia del vivir, tanto en la sociedad civil como en los estamentos del poder, sabemos que hablar de ello en nuestros días conlleva para muchos, todavía, una carga de dolor y resentimiento", afirmó.
Describió su pasión por la imaginación, las lecturas y el cine que marcaron su infancia cuando decidió dejar de estudiar a los 13 años y ponerse a trabajar en el negocio de joyas de su familia.
"No me considero un intelectual, solamente un narrador", dijo. Marsé defendió la necesidad de cuidar escrupulosamente el lenguaje como elemento indispensable para contar una buena historia, y recordó la experiencia personal que supuso para él la lectura completa de "El Quijote", de Cervantes, obra cumbre de la literatura española.
"De un modo u otro, consciente o no de ello, he buscado en toda obra narrativa de ficción un eco, o un aroma, de ese eterno conflicto entre apariencia y realidad, que de tantas maneras se manifiesta en el transcurso de nuestras vidas", señaló.
"Tan adicto soy a la ficción", añadió, "que a veces pienso que solamente la parte inventada será capaz de mantener su estructura, de preservar alguna belleza a través del tiempo".
Finalizada su intervención, largamente aplaudida por todos los invitados, el rey Juan Carlos protagonizó el anécdota de la jornada al saltarse por error el orden protocolar e iniciar su discurso antes de tiempo.
Tras pedir disculpas, y después de reconducirse la ceremonia con las palabras de la ministra de Cultura, Angeles González-Sinde, el monarca dio su más sincera enhorabuena a Marsé, a quien definió como un creador de personajes "perdedores y vencedores en la vida".
"A mí me gusta imaginarle (a Marsé) donde, tras conversar con la gente en una parada, subirá al autobús para completar su trayecto", dijo el rey. "El autor ha sabido hacer suyos tantos trazos de la existencia urbana. Trazos con los que también ha dibujado la existencia cotidiana de nuestro país".
Finalmente el rey clausuró el acto, al que también asistió el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, entre otras autoridades.
El Premio Cervantes, concedido por el Ministerio de Cultura del gobierno español, nació en 1975 y es considerado el más prestigioso en lengua española.
En la nómina de ganadores, a uno y otro lado del Atlántico, se encuentran escritores como Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Camilo José Cela y Alvaro Mutis. El año pasado el premio fue para el argentino Gelman.
Con el reconocimiento a Marsé se cumple un año más esa tradición no escrita que dice que el premio se reparte entre un autor latinoamericano y uno español.