Es suyo uno de los himnos del movimiento musical del Canto Nuevo que campeó en Chile entre los años '70 y '80. Junto con "A mi ciudad", "Quiero paz" o "Lluvias del sur", de Santiago del Nuevo Extremo, Eduardo Gatti o Schwenke & Nilo, el aire isleño de "Magdalena Rapa Nui", grabada en 1983, figura en cualquier antología de canciones de la época. Y corresponde a una de las edades de Antonio Gubbins, cantante y compositor iniciado en el temprano rock chileno de fines de los '60 y activo hasta hoy, cuando se dispone a presentar su flamante tercer disco, Una historia.
-Nunca he dejado la música, y en esta intención de buscar caminos quise dar un paso adelante -explica el autor, que esta semana presentará los sonidos acústicos fusionados con jazz, bossa nova, bolero, tango o reggae de Una historia en un inédito concierto a dúo con Eduardo Gatti (ver recuadro), su compañero de ruta: ambos iniciaron sus carreras como adolescentes integrantes de una banda de rock en 1968, The Apparition. Cuatro décadas más tarde, se unen en un contexto en el que una serie de nuevos músicos chilenos están retomando la idea y la música de los llamados "cantautores".
La afinidad con géneros como la bossa nova es natural, dice Gubbins. Parte de su familia es brasileña y el productor del álbum es el pianista de esa misma nacionalidad Marinho Boffa, con quien grabó el disco en dos semanas de septiembre de 2008. Pero al mismo tiempo el autor reconoce la influencia de un grupo como Madredeus y su fusión entre folk global y raíces tradicionales portuguesas, y para su disco convocó a diversos músicos, entre el flautista de formación clásica Hernán Jara y el bandoneonista tanguero Raúl Vargas hasta la versátil cantante Sol Aravena y a jazzistas como Jorge Díaz, Pablo Lecaros y Daniel Cheul.
-Es un disco muy acústico, pero con ciertas libertades -explica-. En general los chilenos en términos de composición tendemos a amarrarnos mucho a nuestras propias raíces y no evolucionar. Yo dije "¿por qué no un tango, un bolero, un bossa?".
-¿Cuánto cambió eso con la mano de Marinho Boffa?
-Al final creo que logramos un equilibrio. Los arreglos y el sonido en general tienen mucho de brasileño aunque creo que le quité un poquito. Y me fui mucho por el lado de la música que hace Madredeus, con acordeones, cellos, y él (Boffa) me quitó un poco de eso. Y llegamos a algo intermedio.
-¿El hecho de grabar con músicos de jazz es porque te interesa ese componente también?
-Mi desafío era llevar la esencia de este proyecto al virtuosismo, desde el punto de vista musical. Yo no soy un músico, soy un compositor esencialmente, y por eso Marinho (Boffa) me cayó del cielo. Quería mucha interpretación, que los músicos sintieran libertad y tocaran bien. Cuando lo escucho de repente me cuesta vincularme a eso, porque mi onda es distinta, pero es importante buscar caminos nuevos. Ése es el eje esencial de ese trabajo.
-¿Qué tan cómodo te sientes cantando un tango, un bolero, una canción en ritmo de reggae?
-Todos esos temas fueron compuestos, salvo dos, con mi guitarrita, muy en el estilo tradicional mío. Fue un juego absoutamente pensado. Claro, no es llegar y cantar un tango. "El cenicero" es claramente un tango que todavía tiene algo de la cantada mía. Pero el reggae de "La cuarta dimensión", el bossa, el tango, las mezclas de bolero y tango, para mí son súper gratificantes.
-¿Y cómo surge la opción de cantar esa bossa nova en inglés?
-Me metí al bossa por el lado del inglés por una razón práctica, en términos de idioma el portugués me cuesta más. Y porque también pienso que 25, 28 años después del Canto Nuevo, aparecer con un tema en inglés es un quiebre radical. Pero si escuchas la música brasileña, a Caetano Veloso, al mismo (Antonio Carlos) Jobim, no hay compositores en Brasil que no jueguen con el idioma y no graben en inglés. Tenemos que romper esos tabúes y esos prejuicios. Tengo la intención de proyectarme como compositor afuera.
Magdalena por el mundo
Dos discos previos hay en la historia de Antonio Gubbins. El más reciente es Íntimo (2002), con el que reanudó un trabajo iniciado diecinueve años antes en su debut, Antonio Gubbins (1983). Allí marcó su participación en el movimiento del Canto Nuevo con éxitos radiales como "La historia de Segismundo y su mujer", "Grandes abogados" y sobre todo "Magdalena Rapa Nui", una canción que había presentado en el programa de TV "Chilenazo" en 1980.
-Estoy viviendo una experiencia súper interesante con "Magdalena Rapa Nui". Normalmente me meto en Internet y pongo "Magdalena Rapa Nui" para ver qué está pasando. Y desde hace un par de años descubrí que este tema lo han tomado afuera -explica, y menciona a grupos de música polinésica que han grabado esa canción en EE.UU. y México-. Buscando la huella de estos personajes tengo como dos o tres versiones ya, y al sitio mío están llegando muchas cosas de México, una autorización formal para grabarla en un CD. Es un tema que me interesa mucho, abrirme como compositor.
-¿Qué relación ves entre este disco y los dos anteriores?
-Con tres discos en un plazo de casi treinta años sería penoso que el último fuera igual al primero. Chuta, no pasó nada. Hay claramente una evolución, no obstante hay una columna, hay un Antonio Gubbins, en la forma de cantar, la temática. El anterior ya mostraba una tendencia hacia allá, pero ésta es la culminación. El último tema, "Una historia", para mí abre la puerta de una nueva visión, una nueva composición, un poco más poética. Salir de lo contingente, a pesar de que tampoco fui un compositor de mucha contingencia. Pero quiero sentir esa libertad, no me quiero encasillar.
Es parte de todo ese repertorio el que Gubbins presentará este jueves en su concierto a dúo con Gatti. "Quiero partir de atrás, con 'Grandes abogados', 'Magdalena Rapa Nui', e ir evolucionando hasta ahora. Voy a traer los temas hasta una musicalización de hoy, pero jugando con respeto, con cuidado, en el sentido de no romper las expectativas de la gente que conoce esas canciones. No quiero transformarlas, quiero actualizarlas, sin que pierdan sus raíces".
-¿Qué dinámica se puede dar al tocar juntos con Gatti?
-Queremos hacer un par de temas de los Apparition y también cada uno en lo suyo. Cuando pasó el fenómeno de "Magdalena Rapa Nui" yo ya venía con un repertorio desde antes, y eso lo vinculo con lo que pasa con Eduardo, que de los Apparition pasó a los Blops y de ahí también tomó el tema del Canto Nuevo. Por alguna razón yo seguí esa misma veta. Yo creo que lo traíamos en el espíritu.
-¿Qué queda de haber tocado juntos hace cuarenta años en un grupo de rock?
-Puede parecer extraño reconocer algún origen de Eduardo o mío en los Apparition. Éramos muy cabros cuando partimos, teníamos catorce, quince años, y es algo que partió como un juego. Desde ahí, de tocar tanto "Satisfaction", tanto Rolling Stones, empezamos a decir "a ver, vamos a encontrar una identidad". Fueron los primeros intentos, teníamos la inquietud del momento que estábamos viviendo, estaba Vietnam, el movimiento hippie, y éramos capaces de transformar eso en algo más y proyectarlo. De ahí salimos con esa tremenda inquietud.
-Han pasado grandes períodos entre uno y otro disco tuyo. ¿Va a ser lo mismo para el siguiente?
-No, no. Ya no tengo treinta ni cuarenta años, estoy en una etapa en la que para mí la música se hace una obligación absolutamente relevante. Sacrifiqué la música en pro de muchas cosas y no me arrepiento, pero siento que tiene que formar parte de mi vida. Ya estoy pensando en lo que viene, y en ese sentido no me estoy encasillando, puedo ser libre de hacer desde una cueca hasta lo que sea.