La publicación de cualquier datos contenido en las fichas clínicas del actor deberá ser autorizado por su hijo Nikolai.
El Mercurio
BERLÍN.- Las actas psiquiátricas del actor Klaus Kinski, prototipo de la genialidad unida a la locura dentro y fuera del cine, quedarán bajo la custodia de su hijo, Nikolai, según el acuerdo alcanzado entre éste y el hospital que le trató.
La clínica psiquiátrica Karl Bonhoeffer y el hijo del actor acordaron, en un acto de conciliación ante la audiencia administrativa de Berlín, que cualquier publicación sobre el tratamiento que recibió aquél debe ser autorizada previamente por Nikolai Kinski.
El hijo del actor, fallecido en 1991, había presentado una demanda contra el centro después de que se filtrara a los medios de comunicación parte de las actas del paciente, quien había sido tratado e internado durante tres días en esa clínica.
Los documentos se encontraban entre unas actas pertenecientes a la época nazi y, tras su publicación, la viuda y el hijo del actor presentaron la demanda contra el director del archivo por vulneración de su intimidad.
Las actas psiquiátricas abundaban en la imagen de Kinski como un hombre atormentado y documentaban, según publicó en su momento el popular diario "Bild", que a los 23 años sufrió un amor enfermizo rayano a la esquizofrenia por una doctora que se parecía a su madre.
Kinski fue ingresado en 1950 después de haber agredido a su novia de entonces, que ejercía la medicina.
El documento identificaba al paciente como Klaus Nakschinski, el apellido real del actor y en su primera página constaba como diagnóstico provisional esquizofrenia, finalmente identificada como psicopatía.
El desencadenante de su ingreso fue su amor enfermizo por una mujer de 48 años, al parecer de gran parecido a su fallecida madre.
Se especula con que el amor fue compartido frenéticamente durante cierto tiempo hasta que ella le prohibió las visitas, lo que Kinski desoyó para llegar a esconderse en el balcón y pasar la noche en casa de su amada, sin que ella lo supiera.
El actor, fallecido a los 65 años, es una especie de icono de la locura, a lo que contribuyó no sólo su temperamento sino la imagen que dio de él su director y alter-ego Werner Herzog, en la película "Mein liebster Feind", 1999, en la que recrea sus ataques de ira.