Armolódico, o harmolodyc -en el original-, es el sentido integral del primer pensamiento de Ornette Coleman como artista en una revolución más ocurrida en los años ‘60. En un comienzo fue una palabra híbrida para involucrar los tres rumbos básicos de la música: armónico, melódico y rítmico: o sea armolódico. Pero a esos tres átomos de una molécula hay que añadir un cuarto elemento: el místico.
Ornette Coleman no habrá alcanzado el misticismo de un contemporáneo suyo en el jazz como el tenorista John Coltrane, que se elevó a alturas insospechadas con su cuarteto de 1961 a 1965 (ver recuadro), pero el altoísta que nos visita este sábado 9 de mayo en el teatro Caupolicán ha sido en vida un místico. Un defensor de las libertades personales. Jazz libre o funk libre también van de la mano con ese sentido armolódico, aunque ya el propio Ornette ha dejado atrás tal dogma. De lo que nunca se pudo desprender Coleman es de la autonomía de vuelo que le posibilita la música sin nombres.
Fue en un elevador donde el joven Ornette Coleman tomó sus primeras lecciones de música. En Los Angeles trabajó de ascensorista en un edicio que muy poca gente frecuentaba. Entonces él iba hasta el décimo y último piso, lo detenía y estudiaba ahí la teoría musical. En esa época pre Something else!!! (1958), su primer disco, Coleman era un músico rechazado. Dondequiera que tocara producía un efecto negativo.
“La mayoría de los músicos no querían saber nada de mí, pues decían que no conocía los acordes ni tenía buena entonación”, dijo el saxofonista. Su arribo, en todo caso, era inminente. Después de ese debut de 1958, Coleman se encargó de anunciar de todas las formas posibles esa irrupción. Lo hizo en un lapso de 18 meses a través de una serie de títulos “proféticos” en sus discos: Tomorrow is the question! (1959, “Mañana es la cosa”), The art of the improvisers (1959, “El arte de los improvisadores”), The shape of jazz to come (1959, “La silueta del jazz que viene”), Change of the century (1959, “El cambio del siglo”) y This is our music (1960, “Ésta es nuestra música”).
La serie preliminar derivó el el título máximo de su historia: Free jazz (1960), un álbum donde utilizó a dos cuartetos pianoless (eximidos de una elemento armónico tan explícito como el piano) en simultáneo con solistas como Don Cherry (trompeta de bolsillo), Freddie Hubbard (trompeta), Eric Dolphy (clarinete bajo), Scott Lafaro y Charlie Haden (contrabajos) y Ed Blackwell y Billy Higgins (baterías). El 21 de diciembre de 1960 todos ellos tocaron libremente, sin una aparente guía de ruta, durante un lapso de 37 minutos sin interrupciones y por canales opuestos, agrupados por cuartetos. Si usted separa los parlantes de su equipo de música, podrá detectar los conjuntos autónomos en cada línea. Una las salidas de sonido: eso que se escucha es lo que se entiende por free jazz.
A Chile Ornette Coleman llega con casi 80 años de vida. Setenta y nueve para ser exactos, cumplidos recientemente en marrzo. Actuará con un cuarteto, parte del formato que utilizó en su último álbum, Sound grammar (2006), en el que combinaba dos contrabajos nuevamente y sin el piano otra vez. En el Teatro Caupolicán saldrá a junto a Al Macdowell (piano), Tony Falanga (contrabajo) y su hijo, Denardo Coleman (batería).
-¿Se ha dicho que su hijo está al mismo nivel que Billy Higgins y Ed Blackwell?
-Ya lo creo, tiene relación con todos esos bateristas. Todos tocaban de manera diferente pero creativamente, libres de toda atadura y con esa libertad se puede tocar cualquier tipo de música y seguir cualquier ritmo.
-¿Dónde ha estado actuando últimamente? ¿Tiene temporadas en vivo en clubes como en la época del Five Spot Cafe?
-Hoy en día estoy principalmente de giras. Normalmente toco unas diez veces al año en Nueva York, no más que eso. Tal vez unas cuantas más. Así obtengo muchas ideas de la gente que está interesada en nuestra música. Ya no veo tanto a mis antiguos amigos músicos como me gustaría.
-Usted creó el concepto del free jazz. ¿Lo mantiene vigente en su marco terórico actual?
-No sé si lo mantengo como en el comienzo. Pero lo que sí puedo decir es que lo he adaptado a todo lo que he hecho posteriormente. Lo que quiero decir es que la idea de la música es distinta al sonido. Y lo que a mí me interesa es el sonido. Quiero encontrar la forma de expresar las ideas detrás de la música. De expresar la idea del sonido sin que esto esté por sobre la gente que quiere escuchar la música.
-¿Sintió usted en esa época, 1959 o 1960, que el free jazz fue tan revolucionario como se dijo?
-Indudablemente que tuvo un efecto en el jazz moderno. Sentí que algo bueno podría salir de eso y creo que finalmente algo bueno ha salido de ello. Hoy en día los músicos son más improvisadores que compositores. Lo que es muy sano.
-¿Diría usted hoy que el impacto estuvo en esa liberación tan radical del jazz?
-Sí, claro que sí. Es lo que yo diría sobre el free jazz, porque si el músico toca de esta manera libre entonces no piensa en lo que toca. No se preocupa de lo que está esta tratando de tocar. De esta manera la melodía es muy fácil de absorber y de describir. Son los nombres de los estilos los que se tocan de esta manera y no los estilos mismos.
-¿Cómo recuerda la sesión de grabación del disco Free jazz (1960)? ¿Cómo llegó a esa idea de tocar con dos cuartetos en simultáneo?
-Llegué a eso simplemente porque en ese tiempo venía mucha gente a mi casa y todos tocábamos juntos. Esta forma de hacerlo fue creciendo y creciendo y me di cuenta de que tenía que encontrar una forma mantener vivas estas creaciones. Busqué a músicos que tocaran de manera distinta y compartí con ellos. Estoy contento de haber hecho eso hace tanto tiempo, porque hizo más aceptable todo lo que yo venía desarrollando hasta entonces. Ellos eran músicos que hablaban con ideas distintas a las mías, pero tocábamos los mismos instrumentos.
-¿Todavía siente y piensa la música de manera "armolódica"?
-Para mí eso es un concepto muy antiguo. Creo que la mejor forma de describir un sonido de lo que estoy haciendo es con el nombre de una nota en sí misma.
-¿Va a tocar violín y trompeta también aquí?
-Sí, por supuesto. Lo he estado haciendo por bastante tiempo y se me hace cada vez más claro y evidente que debo seguir haciéndolo.
-Su instrumento original es el saxo alto, ¿Es cierto que el primero de ellos era de plástico?
-Oh, sí... así era. Yo no sabía que era plástico cuando lo compré, porque no pregunté en la tienda de instrumentos. Ahora tengo un saxofón de metal, pero ése era un muy bien instrumento también. Ya no lo tengo, no lo uso. Mi saxo actual es de la misma marca y funciona muy bien.