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De vuelta en Chile: Cesaria Evora, sin zapatos, nueve años después

La famosa “diva de los pies desnudos” cantó en Santa Rosa de las Condes en abril de 2000, cuando su música recién se conocía en Chile a partir de la popularización del fado. Se presentará este domingo en el Teatro Caupolicán.

29 de Mayo de 2009 | 13:05 | Iñigo Díaz, El Mercurio Online
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La señora Evora presentará el material de su disco Rogamar editado en 2006. Su único concierto es este domingo en el Teatro Caupolicán.

EFE

SANTIAGO.- Lo de los pies descalzos no es un alcance de simple mercadeo en la figura de la caboverdiana Cesaria Evora. La cantante de mornas isleñas que llegará por segunda vez a Chile desde que actuara en 2000 fue siempre una mujer descalza. Desde los primeros tiempos, cuando era niña y cantaba a los marinos en el puerto de Mindelo, el lugar en que nació, se crió y vivió.

El primer mundo la ubicó hace muy poco. De hecho su primera grabación conocida fue editada en Francia con el nombre de La diva aux pieds nus, o sea “la diva de los pies desnudos”, en 1988. Pero ella ya cantaba esas melodías llamadas mornas (y también las rítmicas “coladeras”) sin calzado, en los años ’40 y ’50.

Esta canción, muy propia del conglomerado de islas frente a las costas de Senegal en el Atlántico africano, es una mezcla de ritmos del lundum angoliano, el fado portugués y modinhas y sambas brasileñas, aunque además tiene elementos de son cubano y tango porteño. Es, como en todo puerto, una música de mezclas rápidas. Los caboverdianos, islas sin grandes posibilidades de utilizar la agricultura, solían esperar la llegada de los barcos desde todos los puntos. Cabo Verde fue un punto de paso durante todo el siglo XX.

Cesaria Evora llega a Chile con 67 años, aunque en algunas biografías se indica que ella nació en Mindelo, en la isla de Sao Vicente, en 1938 y no 1941. “Mi familia era muy pobre, pero jamás pasamos hambre gracias a la ayuda de mis hermanos, que habían emigrado, a que alquilamos una parte de la casa de mi abuela, y al trozo de tierra que ella cultivaba al pie del Monte Verde”, dijo la cantante caboverdiana.

Canciones en el café del Atlántico

En un pivote entre Portugal y Francia, los promotores que la descubrieron cantando en los bares del puerto, la llevaron al estudio de grabación para ese primer disco La diva aux pieds nus y rápidamente alcanzó su categoría dentro de un naciente género musical llamado world music.

El éxito llegó como efecto dominó luego de las publicaciones de los álbumes Miss Perfumado (1992), Cesaria (1995), Cabo Verde (1997) y Cafe Atlantico (1999), que se ubican en su período de mayor popularidad en cuatro continentes, con cinco millones de copias despachadas, y que además fue parte del repertorio que Evora incluyó en su show para tres mil personas en Santa Rosa de Las Condes el 14 de abril de 2000.

La mornista se acompaña de una agruoación acústica formada por músicos nativos de las islas caboverdianas: Fernando “Nando” José (piano), Joao José de Pina (guitarra), Paulino Soares Vieira (cavaquinho), José Manuel Paris (bajo), Ademiro José Miranda y Julio Antero (percusión), Domingo Antonio Gomes (saxofón), además del maestro cubano Julián Corrales Subida (violín), otrora músico del desaparecido sonero Ibrahim Ferrer, hombre clave en el colectivo Buena Vista Social Club.

Su último trabajo se titula Rogamar. Proviene de las palabras "rogar", "rezar", y "mar" (siempre presente en el imaginario de Cesaria Evora) y apareció en 2006, dos años después de su Grammy obtenido por el álbum Voz d’amor (2003). Fue grabado entre Mindelo y París, con participaciones de Caetano Veloso y Jacques Morelenbaum.

“Yo no creo en los sueños ni en el destino (traducción de la palabra “fado”). El destino es una roca que te cae encima mientras duermes. Hoy, me hace feliz saber que aguanté toda clase de penurias y sufrimientos para poder vivir mejor. En casa solemos decir que es mejor probar la hiel, antes que la miel. Ahora, por fin, saboreo la miel”.

Único concierto en Chile, domingo 31 de mayo, a las 19.00 horas. Teatro Caupolicán (San Diego 850).

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