Obra de teatro se ríe de los vacíos y debilidades de la política chilena

SANTIAGO.- Cuando el director de teatro Rodrigo Malbrán ve cada noche las noticias sobre política en televisión, dice sentir "mucha desesperanza. El panorama me parece desolador".

Por eso, decidió dejar atrás los lamentos y atreverse a hacer una crítica pública en contra de la que él llama "raza política". Fue así como, junto a la compañía La Mancha, dio vida a "La Cosa Nostra", una obra que sube a los políticos arriba del columpio, a través de una feroz sátira.

Mezclando elementos del clown negro y del coro griego, Malbrán sienta a nuestros parlamentarios en un anacrónico Senado a la romana, pero en el año 2030, cuando siguen discutiendo exactamente los mismos problemas que discuten en estos días, y que siguen sin solución.

"Ellos quieren hablar de la crisis económica. Pero es excusa, porque no hablan de nada, no resuelven nada, es sólo demagogia, se dan vuelta alrededor del mismo tema. No logran legislar sobre nada. Estamos en la debacle, en el naufragio total, por eso toman esta última medida de volver al estilo romano", cuenta el director.

-¿El nombre "La cosa nostra" vincula a la política chilena con la idea de mafia?
-Sí. Es el matonismo, hay matones de discoteca en la política, una manera de relacionarse poco ética. Todas las críticas las toman de manera personal, que es lo que hacen los mafiosos. Hay muchos códigos muy parecidos a los de la mafia

-Cuando enfocan la política desde el clown, ¿entienden que nuestra clase política es risible?
-He mezclado dos estilos en la obra: El clown de teatro y el coro griego de la tragedia. Esto me permite trabajar aspectos de simetría y geometría en el coro, y el clown o payaso permite que esta sátira tome un vuelo más poético que bufonesco, pero siempre contestatario.

-¿Cuáles son los aspectos de la política actual que esta sátira recoge para criticar?
-Resaltamos sobre todo la cosa farandulera: La política chilena es una extensión de la mala televisión. Lo que criticamos fundamentalmente es la manera en que se legisla, con argumentos al peo y haciendo todo sobre la base de números. En la obra, la derecha viene a presentar un proyecto de ley cantando como Los Nocheros, y la izquierda responde con una ranchera. Es una sátira de la manera farandulera, frívola y oportunista con que se manejan los políticos.

-¿Se distinguen personajes reales en la obra?
-No, pero criticamos a políticos en específico. Como (Adolfo) Zaldívar, que aparece en una paya sobre políticos de hoy y ayer como el "pituquín"; también están Ricardo Lagos, Guido Girardi, Hernán Larraín... Y además hablamos de Pato Laguna, Pamela Díaz, Gary Medel, Edmundo. Juntamos el mundo de la farándula con el de la política, se mezclan.

-¿Cuál es el objetivo final de esta sátira?
-A mí como creador me interesa primero ser un cronista de mi tiempo, hablar de cosas que pasen ahora en mi país. Además que ahora vienen las elecciones, queremos que la gente piense si es que va a votar y por quién va a votar. Pero la idea también es que la gente se ría, que lo pase bien, se entretenga; que no sea una cosa intelectual, densa y de una profundidad tan hermética que todos se sientan estúpidos. Esto es directo, con mucho ritmo, una estética muy marcada, pero tiene contenido. No hay nada vulgar, facilista ni burdo.