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El mundo recuerda el genio de Stravinsky a 127 años de su nacimiento

El compositor ruso es el padre de la modernidad. Su ballet "La consagración de la primavera", estrenado en París en 1913, produjo tal cisma en la tradición que a partir de esa noche de rechiflas la música nunca más fue la misma.

17 de Junio de 2009 | 16:44 | El Mercurio Online
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La mente más brillante del siglo XX musical en un retrato magistral del fotógrafo Irving Penn. En un día como hoy, nace en 1882 el ciudadano ruso Igor Stravinsky.

Irving Penn / Archivo de El Mercurio

SANTIAGO.- Tenía 89 años cuando murió en la ciudad de Nueva York, en 1971. Es una exageración, pero hoy, si viviera, el compositor ruso tendría 127 años. Igor Stravinsky, nacido en la antigua localidad de Oranienbaum en 1882 es el hombre que dio la apertura a toda la era de la música moderna.

El mundo vuelve a recordar hoy a la figura del autor de obras iconoclastas en la música académica de cámara, sinfónica ya para ballets como “El pájaro de fuego” (“L’Oiseau de feu”, 1910), “Petrushka” (1911) y sobre todo “La consagración de la primavera” (“Le sacre du printemps”, 1913), que le valió esa investidura magnánima.

Igor Fiódorovich Stravinsky escribió gran cantidad de obras clásicas abordando estilos como el primitivismo, el neoclasicismo y el serialismo, pero la historia incluyó su nombre con letra capitular por estas tres obras iniciales, llamado “período ruso”. Para muchos analistas, musicólogos y estudiosos, estos ballets atrevidos e innovadores prácticamente reinventaron el género.

El compositor en el banquillo

“Es algo absurdo. No vivo en el pasado ni en el futuro. Estoy en el presente”, dijo Stravinsky cuando fue una y otra vez criticado por sus audacias estéticas que fracturaban los modelos de la música europea. La más resonante ocurrió con “La consagración de la primavera”, ballet estrenado en Théâtre des Champs-Élysées el 29 de mayo de 1913 con Pierre Monteux como director de orquesta.

Las rechiflas progresivas de un público que asumía iba a presenciar uno de aquellos plásticos y clásicos ballets rusos obligaron a Stravinsky, sentado en una de las butacas del teatro, a abandonar su posición. En el segundo acto de la presentación se debió contener al público dada la temperatura que estaba tomando su desaveniencia.

Con una coreografía de Vaslav Nijinsky y creado para los Ballets Rusos de Sergéi Diágilev, “La consagración de la primavera” se acredita como una de las obras más revolucionarias y trascendentales de toda la música clásica, por sus innovaciones en armonía, ritmo y timbre.

Pero Stravinsky no se quedó sólo allí. También escribió para diversos ensambles y en un amplio espectro de formas clásicas, desde óperas y sinfonías a pequeñas piezas para piano e incluso para grupos de jazz. No es trivial que un músico igual de revolucionario dentro del jazz como Charlie Parker tuviera a Stravinsky como su modelo de creación musical, con la frase que el ruso acuñó en su trabajo teórico “Poetics of Music” (“Poética musical”): “La música es incapaz de expresar nada por sí misma”.
 
Esencialmente un ruso cosmopolita, Stravinsky fue uno de los compositores y artistas más influyentes de la música del siglo XX, tanto en Occidente como en su tierra natal. Fue considerado por la revista Time como una de las personalidades más importantes en esos cien años de cambios y revoluciones modernas, e incluso llegó a tener una Estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood en el Hollywood Boulevard 6340. Murió en Nueva York el 6 de abril de 1971 y fue enterrado en Venecia en la isla del cementerio de San Michele.

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