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Pina Bausch: El adiós a una figura revolucionaria de la danza contemporánea

Aunque en sus inicios fue incluso abucheada por los públicos más conservadores, sus obras terminaron por llevarla a lo más alto de su disciplina, de la mano de una fórmula que mezcló la sencillez, la crudeza, la ironía y la distancia de los estereotipos.

30 de Junio de 2009 | 11:27 | El Mercurio Online / DPA

SANTIAGO.- Antes de brillar como coreógrafa, la artista alemana Pina Bausch —quien falleció hoy a los 68 años de edad— ya había alcanzado altura como bailarina.


En esa disciplina, la figura nacida Solingen —Renania del Norte, Westfalia— se inició a los 14 años, de la mano del coreógrafo Kurt Jooss en su escuela de Essen. Al terminar su formación asistió a la Juilliard School de Nueva York, y en 1962 regresó a Alemania, donde al principio bailó en el Ballet Folkwang creado por Joos.


Sin embargo, Bausch se transformaría en una figura esencial desde su rol como coreógrafa, en el que debutó en 1968. Desde ese minuto comenzó a llamar la atención de los expertos, y en 1973 fue nombrada directora del Teatro de Danza de Wuppertal, entonces recién levantado y que creció bajo su alero y su sello.


Allí surgieron piezas como "Café Mueller" (1978) o "Bandoneón" (1987), hoy consideradas clásicos de la danza contemporánea y exportadas regularmente al exterior.


Esas y otras obras de la alemana incorporaron canto, lenguaje, gestos de la vida cotidiana y pantomimas, entre otros elementos que se transformarían en el sello renovador de la artista, y que terminarían por ubicarla como una de las figuras centrales de la danza contemporánea mundial.


Esa misma inclinación a la mirada directa, irónica y cruda, fue la que en ocasiones también le valió la reprobación del público, que en los años 70 aún estaba poco acostumbrado y abierto a nuevos lenguajes. Así pasó con su atrevida y radical coreografía para la ópera de Bela Bartok "La fortaleza del príncipe Barba Azul", en 1977, que motivó pifias y salidas del teatro con violentos portazos.


Sin embargo, su prestigio y validez artística quedarían fuera de discusión en los años posteriores, una situación a la que Bausch llegó sin renunciar a sus sellos y apuestas, que incluían la renuncia a los patrones generales de belleza a la hora de seleccionar bailarines o vestuario, la inclusión de toda clase de música, desde ópera hasta rock, y un estilo fragmentado en el desarrollo de sus montajes.


A lo largo de su carrera, Pina Bausch fue galardonada con diversos premios, entre ellos el japonés Kyoto, la Legión de Honor de Francia o el León de Oro de la Bienal de Venecia. En Chile recibió en 2007 la Orden al Mérito Artístico y Cultural "Pablo Neruda", de manos de la Presidenta Michelle Bachelet.


Su currículo también la vinsula al cine. En 1982 actuó en la película de Federico Fellini "E la nave va", mientras que en 1990 dirigió ella misma una película, "Die Klage der Kaiserin". Una coreografía suya también formó parte del filme "Hable con ella", de Pedro Almodóvar.


Su último aplauso de pie lo recibió a mediados de este mismo mes, cuando en Wuppertal apareció sobre el escenario una vez concluido el estreno de su última obra, inspirada en Chile.

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