"Heredera de cantora campesina" es la autodefinición que hace la cantante chilena Vasti Michel en una de las canciones de su primer disco, una colección de músicas cuyo título se puede leer como un reflejo de la convivencia entre lo citadino de esta compositora nacida en Traiguén y lo campesino de sus inspiraciones.
Un bombo y la voz de la cantante son los únicos dos sonidos que dan la bienvenida, y luego otro momento igual de elemental se escucha en "Andan pidiéndome", donde lo que suena es la misma voz acompañada de la percusión de conchas marinas originada en el instrumento que Vasti Michel sostiene en la carátula del disco. Luego también hay guitarra para tocar una tonada punteada y rasgueada o una zamba dedicada al oficio de los cantores, y el instrumento principal es su voz, siempre afinada, a veces transparente y a veces más intensa cuando las letras toman esa dirección.
Es lo que pasa en "Identidad", donde Vasti Michel hace su cita personal y breve a la cueca para embarcarse luego en un manifiesto cantado con intención casi blusera y sobre una base de guitarra casi caribeña. "Mis pecados occidentales en agua pura de deshielo ahí mismito desterré", es una de las ideas que desliza ahí la cantante, que luego se encomienda a la palabra mapuche y a la chilenidad al mismo tiempo en ese manifiesto. Viñetas de Nahuelbuta, de araucarias de montaña y del viaje de Traiguén a Concepción van puntuando además estas canciones, en una de las cuales, "Valle del encanto", la autora toma una décima de "Volver a los 17" para después iniciar una canción propia, y lo mismo hace más tarde con "La pala": Violeta Parra y Víctor Jara como puntos de partida literales.