BRASILIA.- El reconocido arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, que a sus 101 años se confiesa comunista y ateo, admitió su "placer" por el diseño de iglesias, y que tiene una postura "comprensiva y casi indulgente" ante quienes creen en Dios.
No obstante, en un artículo publicado hoy en el diario Correio Braziliense, el creador de Brasilia también hizo otra confesión. "Cuando proyecto una catedral, reconozco que el placer que siento en ver una obra bien realizada es menor que la importancia que le dan quienes la frecuentan, pues creen que allí están cerca de Dios", que "para ellos es el ser supremo que, omnipotente, todo lo creó", indicó.
Niemeyer recuerda que, en su infancia, su familia tenía "un oratorio que, los domingos, permitía que la misa se celebrase en casa".
Pero su formación religiosa fue cuesta abajo a los 20 años, cuando empezó a formarse políticamente y "la idea de un Dios todopoderoso y creador de todas las cosas desapareció" de su pensamiento.
Según el arquitecto, su propia historia “explica” su “postura comprensiva y casi indulgente ante quienes creen en un Dios invisible y omnipotente”, un sentimiento que además le ha generado el “placer” por “proyectar una iglesia, una catedral o una simple capilla”.
Entre los cientos de proyectos que han salido de su tablero, hay decenas de iglesias y tres catedrales: la de Brasilia, la de Belo Horizonte y la de Niteroi.
Nacido en Río de Janeiro en 1907, Niemeyer fue uno de los más influyentes arquitectos del mundo durante el siglo XX y también uno de los primeros en explorar los recursos del hormigón armado. Su obra está marcada, fundamentalmente, por la construcción de Brasilia, una capital erguida de la nada entre 1957 y 1960, y que es una suerte de gran museo al aire libre de su trabajo, siempre guiado por la fusión entre lo práctico y lo artístico.