La dupla de ex rockeros noventeros instalados en la adultez del siglo XXI.
Ryan MuirEl escenario es negro, las luces son pocas y el Teatro Oriente ofrece muchas butacas vacías. Sábado en la noche y por los parlantes se escuchan fuerte y claro las voces armonizadas de dos rockeros estadounidenses que ganaron respeto en los '90, pero nunca la masividad: Mark Lanegan (ex Screaming Trees) y Greg Dulli (ex The Afghan Wighs), reunidos como The Gutter Twins, una de las últimas sensaciones del rock alternativo.
Están cantando "The body", es el primer corte de la cita, y los acompaña Dave Rosser en guitarra y coros para un set completamente acústico. No deja de ser un reto. Parte de la efectividad de sus títulos a la fecha, Saturnalia y Adorata (ambos de 2008), reside en la descarga eléctrica de sus guitarras, que moldean un rock sombrío, siniestro. Canciones duras escritas por un par de tipos que se dieron con todo, aguantaron y zafaron.
Aunque los tres músicos permanecen sentados todo el concierto, y no hay efectos que distorsionen el tono limpio de las guitarras (Dulli ejecuta la sección rítmica, mientras Lanegan tamborilea tímido con sus palmas en las rodillas), The Gutter Twins provoca un intenso efecto telúrico. Transmiten fuerza y certeza, seguros de su química.
La voz de Lanegan, que en los graves vibra como un didgeridoo , contrapuesta al registro impetuoso de Dulli (notable al turno de "Down the line"), combinan perfecto. Ambos buscan el mismo destino -conmover- desde caminos distintos. Es una sociedad musical afanada por la belleza en lo triste y lo melancólico. Rock para adultos que lloran sin lágrimas.