Ha sido la efeméride chilena por definición en los últimos años, y lo seguirá siendo hasta 2010 por lo bajo. Pero para unos pocos el Bicentenario tiene que ver sobre todo con sus propios cálculos.
-Los veinticinco años del Fulano son un octavo del Bicentenario –acaba de sacar la cuenta Jorge Campos, y la aritmética está de su parte. Campos es el bajista y uno de los fundadores de Fulano, el grupo que hace veinticinco años empezó a hacer oír una música sin precedentes en la historia chilena y que hasta hoy se mantiene activo, dispuesto a celebrar con dos conciertos en el Teatro Oriente de la capital el próximo 10 de julio su propio Octavo de Bicentenario.
Si Los Prisioneros hicieron una revolución social desde su aparición en 1984, la irrupción de Fulano en el mismo año fue el comienzo de otra muy distinta: una revolución musical. Nadie hasta entonces había cantado como lo hace Arlette Jequier, entre la invención de un idioma propio y las improvisaciones más imposibles. Nadie había usado de un modo tan urgente los saxofones y las flautas, hasta entonces en manos del jazz o del Canto Nuevo, y Fulano no es jazz, sino una forma de rock inaudita, disciplinaria y libre al mismo tiempo. Nadie había puesto en una misma fila a "Adolfo, Benito, Augusto y Toribio" como se oye en una de las composiciones más populares de su repertorio de cinco discos: Fulano siempre encontró el modo de decir "no estoy de acuerdo" aun cuando era más peligroso.
De la transición a la colusión
"El texto de cada tema se relaciona con la etapa que vivíamos o con lo que pasaba políticamente. Entonces ahí también hay una continuidad", dice hoy la cantante, en un alto de los ensayos con la formación completa del grupo: Arlette Jequier (voz), Cristián Crisosto y Jaime "Chino" Vásquez (saxos y flautas), Felipe Muñoz (piano y teclados), Jorge Campos (bajo) y Raúl Aliaga (batería y percusión).
Con los años el grupo ha respondido en efecto a las nuevas condiciones. En el bunker, se llama su segundo disco, editado en 1989. Luego Fulano sale del bunker a ver qué hay de nuevo afuera. Hablan sobre basura multicolor en su disco El infierno de los payasos, de 1993. Bajo plena transición se declaran al margen de cualquier transacción en Trabajos inútiles con una melodía en el incómodo compás de 7/8. Y más adelante, con un retrato de Chile poblado de cadenas de farmacias y financieras, hasta se adelantan a la colusión farmacéutica en el nuevo siglo.
-Con Fulano decimos cosas -agrega Arlette Jequier-. Y traer a esta época a "Adolfo y Benito…": ¡no hay ni uno de ellos ahora! Entonces estamos en otro punto, donde vamos a poder decir algo hoy con respecto a eso. También se trata de ver la historia actual, de rearticular, de expresarse con respecto a lo que está pasando. Porque ésa es una de las partes importantes de Fulano. El decir. Cosa que no ocurre mucho.
En silencio por duelo
Las pausas habían sido habituales en la carrera del grupo, pero hay una que los tomó a traición. Es la pérdida de Jaime Vivanco, pianista, fundador y pieza clave del sexteto, quien murió el 17 de enero de 2003 y dejó a Fulano bajo el efecto del peor golpe en toda su historia. Un disco en vivo publicado al año siguiente (Fulano vivo, de 2004) no bastó para torcer el curso de la historia.
Sin Vivanco, Fulano no tenía cómo volver a tocar. Aliaga se concentró en su puesto de percusionista de Congreso entre sus varias ocupaciones. Campos se desplegó entre diversas grabaciones y giras con su propio cuarteto (en rigor, kuarteto) y en nuevos elencos como Globalevasión. Jequier y Crisosto se dedicaron a trabajar con una nueva generación de músicos, incluida Regina Crisosto Jequier, la hija de ambos, en el grupo MediaBanda, que sigue vigente y con el que han grabado dos discos. En toda esa música Fulano era parte del ADN, pero fue necesario esperar para cumplir el duelo.
Hasta fines del año pasado la convicción de Crisosto aún era la misma: imposible volver. Pero ya rondaba el instinto por tocar otra vez. "Siempre dije: Fulano es un grupo que no debe morir nunca", dice el percusionsta Raúl Aliaga a sus mismos compañeros. "Se muere Jaime, pero Fulano tiene todos estos talentos, la voz de la Arlette… Lo que me pasa, y esto es algo personal: yo los veo a ustedes dos (Jequier y Crisosto) con la MediaBanda y no me convenzo. Ahí yo veo a Fulano. Cómo no existe Fulano".
La súper obsesiva perfeccionabilidad
Entonces era cuestión de tiempo. Pasó en noviembre o diciembre de 2008, según reconstituyen los propios Crisosto y Campos: la reaparición natural del grupo.
"Hicimos una tocata en la casa de un amigo, con la MediaBanda", recuerda Cristián Crisosto. "Y Jorge (Campos) vive cerca. Y fue a buscar los equipos, tocamos un tema, nos pusimos a improvisar: Cristián Hirth (de MediaBanda) en la batería, el Jorge, la Arlette y yo. Y cuando terminamos fue como un ¿Por qué no estoy tocando con este con…? (risas). Ahí me di cuenta de que quería tocar con ellos otra vez".
"Medio año atrás Cristián decía que era imposible hacerlo. Pero se volvió a gatillar en todos nosotros de una manera musicalmente sublime, ¿no?, de recuperar esa súper obsesiva perfeccionabilidad de la música que tenemos", agrega Campos. "Aquí cada persona cumple un rol bien definido. En la MediaBanda Arlette está con su hija, que canta increíble, pero aquí eres solista solista", distingue Raúl Aliaga.
"Y es otra música", responde la cantante. "Cada grupo tiene su dinámica, y aquí cada uno tiene sus partes, su personaje, su lugar muy contundente. Eso yo lo echaba de menos profundamente. Por el hecho de haber estado dieciocho años en Fulano cada uno desarrolló su lenguaje. Lo que cada uno haga afuera es otra cosa. Pero el hecho de crecer como músico fue en Fulano".
La nueva generación
Hoy que Vivanco no está en la sala de ensayo ni estará en los conciertos, el piano y los teclados quedan en manos de Felipe Muñoz, el más joven integrante del grupo. Y de nuevo entran en juego las matemáticas.
"El mismo año en que se forma Fulano nace el querubín", informa Aliaga: el querubín es Muñoz y ese año es 1984. En paralelo a esos días en que Fulano empieza a componer, el 9 de marzo nace Felipe Muñoz, que hoy tiene 25 años. Igual que el grupo.
"Eso está muy loco, compadre", se sorprende Crisosto. "Es el recambio generacional, la posibilidad que nos da la juventud de seguir aportando", se suma Aliaga. "Y es lo que ha pasado en Chile con los músicos jóvenes, que están mucho más instruidos que cuando nosotros empezamos. Ahora son secos", destaca Arlette. "En ese tiempo no había ni un Felipe. Te lo aseguro", coincide el propio Crisosto.
El propio Muñoz siente la responsabilidad de haberse puesto al día en cinco meses con el repertorio de dieciocho años. "Lo mejor que me pudo haber pasado fue que me llamaran en febrero, así tuve más tiempo para aprenderme los temas, pero el costo energético es tan o más fuerte que la complejidad técnica del instrumento", compara. "Ha sido entretenido y nuevo. Pertenezco a otra generación. Pero tampoco soy muy ejemplo de eso, porque tengo 25 años pero escucho música hasta de loa años '60".
"Es un viejo chico", define Crisosto. De hecho el nuevo integrante es además profesor en la Escuela Moderna de Música. "Y hay harta gente nueva que sigue a Fulano", acredita. "Lo veo en alumnos míos, con los que tenemos dos años de diferencia. El medio en general está saturado de mucha basura, y estamos en una etapa de buscar algo, de buscar en la historia. Me ha sorprendido que mucha gente se me ha acercado porque conocen a Fulano".
Para su doble concierto de regreso el grupo prepara una selección de su repertorio y grabará además el primer DVD de su carrera. Luego vendrá el tiempo de componer música nueva. "La sensación que hay desde un principio es la de recuperar un estado de música que tuviera excelencia. Cuando estás tocando treinta años, qué puedes hacer si no demandarte a ti mismo", dice Campos. "En esta etapa se trata de reconstruir lo que se venía haciendo. Es volver al seño, o da capo: volver al principio", agrega Aliaga en jerga musical. "Vivir de nuevos los temas de aquí para adelante y disfrutar. Gozar de lo que existe". Y Crisosto lo resume en jerga caribeña: "Es una gozadera, mijo".