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Cuando estoy contigo

13 de Julio de 2009 | 09:21 |
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El público que ronda los 30 no debe ni acordarse de "Perhaps love", éxito de 1981 con John Denver y Plácido Domingo, cruza de balada y canto lírico que nunca encajó del todo. Desde entonces, cada vez que una figura de la ópera se atreve con material pop, la operación es redonda en números -venden millones-, pero discutible como resultado artístico. Más que maridajes, suceden choques.

Con esos antecedentes, una de las sopranos chilenas más reconocidas en el mundo debuta interpretando un cancionero romántico infalible: sólo éxitos de los 60 y 70. De la pirueta, Verónica Villarroel cae parada. Transa parte de la impronta de su género, se desdobla y sorprende. Cuando estoy contigo no es un capricho, sino un álbum producido a un nivel poco habitual en Chile. Las versiones pudieron tomar el camino fácil, decorando arreglos para guitarra, bajo y batería con una muralla de violines, respetando estrictamente las melodías originales. Pero atrae la manera en que se conjugan esos elementos, sin obviedades, explorando alternativas melódicas y, más aún, la decisión de la intérprete de no imponer su escuela, sino de abordar el repertorio desde distintos timbres.

Las pruebas están, entre varias, en "Sukiyaki ue wo muite arunki" (el único éxito mundial que ha dado el pop de Japón) con su grácil percusión, guitarras acústicas y una sorpresiva gaita, mientras Villarroel da con el tono exacto -relajado y elegante- para revivir la canción. En la misma veta "Qué será de ti", de Roberto Carlos, con otro énfasis dramático. O el rescate de estrellas europeas de los 60 como Michel Polnareff ("Love me, please love me") y Mina ("E se domani"), más el vibrante tributo a Los Carr Twins ("Vida mía"), y el sabor mediterráneo y sugerente impreso en "A flor de piel", clásico de Julio Iglesias.

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