Somos de batalla

En la banda rockera LaFloripondio no sólo el cantante Aldo Macha Asenjo tiene espacio para incursionar en paralelo con un grupo de cumbia como Chico Trujillo. Púa es el trío donde canta el guitarrista Rodrigo Pescao Neira, también simultáneo a su puesto en LaFloripondio, y en su caso es para tocar punk rock hecho en Quilpué, ciudad de la región de Valparaíso donde este trío se formó en 2006.

Púa es como en Argentina llaman a la uñeta para tocar la guitarra eléctrica y a partir de ahí es un nombre rockero, pero aquí el significado es todavía más punzante: este trío de verdad suena como espina afilada o como las puntas negras de cualquier erizo de puerto. Es el filo que tiene el sonido de la guitarra situado justo en el cruce entre el pulso acelerado que caracteriza al hardcore, el punk y el metal, cada uno en su lugar. En un par de canciones Pescao toca de hecho esos solos de guitarra metaleros que ya ha hecho sonar en momentos escogidos de LaFloripondo. Y las letras tienen el mismo filo. 

"Chaqueta de cuero llena de tierra rocanrolero" es uno de los varios versos con los que Púa grafica en imágenes precisas de qué se trata esto. "Es una serie de metáforas, con un poco de vulgaridad propia del chileno y ahí está", tienen escrito con franqueza en su blog a raíz de otra canción llamada "El burro y el profeta", y es bueno como definición: muchas veces Púa habla rudo, y en el mismo saco caben versos que en sus propias palabras abarcan desde la Presidenta y los fachos hasta la parrilla y el submarino, apremios policiales que el grupo denuncia en una canción llamada "Valentía silenciosa" como quien sabe de lo que está hablando. "No nos vengan con el cuento de un espacio cultural con las sobras del fascismo militar", apuntan en "Somos de batalla", una sola frase donde parece estar resumido su punto de vista sobre décadas de dictadura, transición y democracia. Frente a eso, Púa es protesta, alcohol y rock, de modo que cuando dicen "Compramos municiones", se refieren al tipo de munición que se compra en la botillería, y esa canción se llama "Veneno de 40 g."