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Documental recrea la intensa vida cultural en Macondo, la casa de Otero Silva

Por la residencia del fallecido escritor venezolano pasaron grandes personajes de la literatura e intelectuales, incluyendo a Pablo Neruda y Julio Cortázar.

24 de Julio de 2009 | 09:30 | EFE
CARACAS.- Como el Macondo de "Cien años de soledad", la casa de mismo nombre del fallecido literato venezolano Miguel Otero Silva, que congregó a los más importantes intelectuales de su época, fue "borrada de la faz de la tierra", y con ella desapareció un lugar emblemático de la historia del país.

Así lo recoge un recién estrenado documental dedicado a la mítica casa de Caracas que Otero Silva compartía con su esposa, la directora del Ateneo María Teresa Castillo, y sus hijos, y por la que pasaron -además de Gabriel García Márquez, cuya novela "Cien años de soledad" inspiró el nombre de la casa- Pablo Neruda, Julio Cortázar, William Faulkner, Mario Vargas Llosa, Miguel Ángel Asturias o François Mitterand.

Hombre de izquierdas siempre crítico con el poder, Otero Silva (1908-1985) fue senador tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958, contra la que luchó desde las líneas de "El Nacional", periódico que fundó en 1943.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua y de la generación del 28 y Premio Nacional de Literatura en 1955 por "Casas Muertas", Otero Silva destacó por su espíritu conciliador y su tolerancia, que le valió el Premio Lenin de la Paz, el equivalente soviético al Nobel.

"En aquella casa se reunían guerrilleros comunistas y políticos en el poder a discutir ¡y era posible!, era de una pluralidad y una diversidad impresionante", declaró Margarita Cadenas, directora del documental "Macondo", en una entrevista con EFE.

García Márquez, amigo de la familia, decía que "Macondo no es un lugar, sino un estado de ánimo", y eso es precisamente lo que Cadenas, periodista y cineasta venezolana afincada en París desde hace más de treinta años, se propuso recrear con este documental.

Cuando Cadenas volvió a Caracas en noviembre del pasado año, fue testigo de excepción de la entrada de las excavadoras en la mítica casa de los que fueron sus vecinos para tumbar de un plumazo casi cincuenta años de una historia personal que se entrelazaba con la historia política, económica y cultural de la propia Venezuela.

La destrucción de la finca, de la que no dejaron ni siquiera los árboles del jardín, fue el punto de inicio de este proyecto que, tras seis meses de entrevistas a amigos y familiares y recolección de datos y fotografías, se materializó en la cinta de una hora de duración.

"Se trataba de una casa tan emblemática como sus dueños", opina Cadenas en referencia también a Castillo, directora durante décadas del Ateneo de Caracas e "icono de la mujer venezolana luchadora".

Todos los directores de teatro y actores que pasaron por el Ateneo en la época visitaron Macondo: "No creo que ni el Palacio presidencial de Miraflores ni en ninguna otra casa o lugar de Caracas pasaron los invitados que tuvo esa casa".

Cadenas resalta el espíritu de la familia que acogía "a toda persona exiliada, que tenía problemas de dinero o necesidad por alguna u otra razón".

Uno de los diez "Balzac" de Rodin, una cascada del escultor Jesús Soto o varios cuadros de Arturo Reverón eran algunas de las obras que se podían disfrutar en "Macondo".

"Otero Silva hacía colecciones completas de arte para luego donarlas", revela Cadenas en referencia a los más de trescientos cuadros donados por la familia a la Galería Nacional.
Con "Macondo", Cadenas invita a la reflexión sobre la conservación de la memoria histórica y del patrimonio intangible de su país.

"No podemos seguir destruyéndolo todo, debemos respetar los lugares emblemáticos", dice Cadenas, para quien la casa, vendida por los hijos de la pareja y ahora un soplar, debió convertirse en museo, fundación o casa cultural.
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