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Bicentenario - Convite a la danza

25 de Julio de 2009 | 04:35 |
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La poesía ya encierra por sí misma una música en las palabras, y por eso siempre habrá algo de riesgo en hacer canciones a partir de poemas. Pero el nuevo disco del músico chileno Pedro Villagra y su banda, La Pedroband, trae muchas pruebas de que esa disciplina se puede hacer bien. Es una antología con la palabra del Bicentenario en el título, pero de entrada tiene dos puntos a favor. Más que un lugar común cultural institucional, esta antología de poetas chilenos está bien equilibrada entre nombres esperables como Huidobro, Mistral y Neruda y opciones más contemporáneas; y más que una revisión bicentenaria, tiene iguales partes de antología y de creación nueva.

Son ocho poetas proyectados a situaciones por completo inéditas. Vicente Huidobro arranca en latin jazz y se desenvuelve hacia un bolero. Gabriela Mistral se mueve entre un ritmo nortino con jazz y un ritmo nordestino del Brasil en el que ella de hecho vivió. Gonzalo Rojas es rodeado de una canción de jazz latino con gran despliegue de armonías y termina por internarse en una jungla de afro-percusiones. La armonía más misteriosa está guardada para Elicura Chihuailaf, con la propia voz del poeta invitado, y una canción afroperuana es el paisaje para Braulio Arenas, posiblemente un contexto surreal incluso para un abanderado principal del surrealismo.

El precursor Carlos Pezoa Véliz viene desde comienzos de siglo a dar el ejemplo más notable, envuelto en un ritmo afrocubano que supera cualquier imaginación, y el talento se nota en que sus versos parecen haber nacido para sonar en ese estilo. Convite a la danza funciona porque es la obra de un grupo afianzado, con instrumentistas avezados, dos cantantes como Francisca Schmidt y Analí Muñoz muy bien amoldadas a la voz de Villagra y con la solvencia garantizada de Ariel Pino y sus armonías de jazz en el piano. El grupo incluso se expande a lugares inéditos con una pieza de cámara para cuarteto de cuerdas, y al repertorio suma creaciones propias sobre ritmos de tonada, merengue y más jazz latino, siempre con la poesía como norte. El propio Pedro Villagra ha comentado sobre la propiedad, hoy un poco olvidada, que tiene la poesía de servir como una luz para la vida cotidiana. Con esta música es parecido: es un bálsamo la nobleza de los instrumentos acústicos, lo elaborado de la composiciones y la propiedad con que La Pedroband trabaja sobre la fusión latinoamericana.

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