Con una historia que se remonta al temprano dúo de hip-hop Raíces Subterráneas a fines de los '90 y a su participación entre los raperos más jóvenes del disuelto colectivo Demo Sapiens, Sonido Ácido ha pasado luego por grupos como la última reencarnación de Makiza y ahora se instala con su propio conjunto, los Funky Frescos, en un lugar propio y preciso: el cruce exacto entre hip-hop y funk.
No es coincidencia que un grupo como Los Tetas ocupara un lugar similar hace más de diez años, entre el rap de Tea Time y el funk de C-Funk. Ahora el propio C-Funk está sentado en los controles como productor de este disco, y se oye claro en su voz, su guitarra y sus ritmos. Sólo que este sonido es funk no a partir de los instrumentos de un grupo de rock, sino electro, tan o más contagioso y mezclado en su punto por dos conocedores como Vicente Sanfuentes y Chalo Gee, el alias funk-rapero del experimentado productor Gonzalo González.
El dueño de casa es Sonido Ácido y no cabe duda al respecto. También es preciso que el grupo se llame Funky Frescos: lo de funk ya está comprobado y Sonido Ácido siempre ha sido uno de los hombres que con más frescura han rapeado en el hip-hop chileno, suelto, ligero y elástico para poner en juego rimas sobre música, fiesta o sexo. "Tú serás Babylon, yo tu talibán / tu cuerpo será la presa de este animal", dice en "Funky morena", en medio de una orquesta que llega a imprimir sonido salsero con Camilo Salinas al piano y en los ritmos Adonai, productor probado en Tiro de Gracia. Hay más invitados: la cantante y rapera Vitami, el rapero Seo 2, la voz siempre dotada de Boomer y las de Juan Pincel y Michéle Espinoza bien encontradas en una canción llamada "Éxtasis". Sonido Ácido ya tenía el disco Sintoniza el dial (2003), pero aquí la marca del funk es más fuerte. Ya en la primera canción hay una cita literal al hit "Cha cha cha" (1996), de Los Tetas, que a su vez arrancaba con una batería aprendida de Carl Carlton en "She's a bad mama jama" (1981) o sobre todo de The Gap Band en "Burn rubber on me" (1980), y todo eso cuadra: genealogía funk.