Avner Biron dirigió por primera vez a la Sinfónica local.
ArchivoDesde Israel llegó para debutar frente a la Orquesta Sinfónica de Chile el solvente maestro Avner Biron, quien mostró a lo largo de su presentación un gran oficio como concertador y logró un hermoso sonido del conjunto universitario con sus cuidadosos fraseos y balances sonoros. En su dirección conduce frases y diálogos cuyo producto final es impecable, pero inexplicablemente poco expresivo, lo que deja una sensación de gusto a poco en el resultado final.
El programa se inició con la “Sinfonía N° 101” llamada también “El reloj” de Franz Joseph Haydn. En ella se volvió a escuchar el hermoso sonido que ha logrado la orquesta, sin duda debido a un acucioso trabajo de ensayos que dio cuenta además del acabado concepto que Biron tiene de la obra.
Luego de la estupenda introducción lenta, en la que destacó el sonido de los bronces, se llega a la claridad en las líneas melódicas alcanzadas en el “presto” que le sigue, donde destacaron musicalmente los contrastes en un ajustado estilo. El “andante” que muestra la onomatopeya del tic-tac del reloj, sirvió para escuchar el hermoso tema contrastante a cargo de los violines primeros. Llamó la atención la musicalidad de las articulaciones del resto de las familias de la orquesta.
El “minuetto” fue elegante y bien fraseado. En el trío de este movimiento destacó la excelencia del solista en flauta y su diálogo con el fagot. El “vivace” final, en tanto, fue de gran claridad en los diálogos entre familias que conservaron el bello sonido instrumental.
La hora del fagot
En seguida, el solista Nelson Vinot estrenó el “Concierto para fagot y orquesta (Danzas urbanas) Op. 9” del compositor argentino Eduardo Alonso-Crespo. La obra, de un carácter bastante ecléctico, transita por una variedad de estilos que se alternan en cada uno de sus tres movimientos. Todos son de gran exigencia para el solista, quien prácticamente no tiene respiro y de paso se transforma casi en un “concertante” a lo largo de varios pasajes la obra.
Los permanentes contrastes rítmicos fueron muy bien enfocados por la orquesta, y la solvencia profesional de Vinot quedó fuera de toda duda luego de su notable desempeño, durante el cual mostró, con musicalidad y precisión, un cabal dominio de la nada fácil partitura. El carácter virtuoso de los movimientos extremos se contrasta con las atmósferas del segundo que pareciera una canción acompañada, en una abigarrada orquestación que a veces se funde con el solista.
Grandes aplausos coronaron la versión de Nelson Vinot y el ajustado acompañamiento orquestal cuidadosamente llevado por Biron. En un aspecto extramusical, llamó la atención la informalidad del vestuario del solista que contrastó con el uniforme de gala de la orquesta.
No es usual escuchar en un mismo programa las dos suites de “La Arlesiana” de George Bizet. Aquí, frente a la orquesta en pleno, Biron mostró todas sus fortalezas pero también su debilidad expresiva. Entre las primeras escuchamos fraseos muy hermosos, equilibrios sonoros y contrastes muy logrados, además de algunos bellos pianissimos de las cuerdas, como en el “adagietto” de la N° 1.
Las partes de instrumentos solistas también fueron de gran calidad. Ejemplos: el saxo con el arpa en el “andantino”, los cornos, flautas y oboes del “Carillón”, la flauta y el arpa en el “intermezzo”, además del entusiasta final, que arrancó grandes aplausos del público dedicados al trabajo profesional de Avner Biron y la Sinfónica.